domingo, 6 de junio de 2021

210529_27 Cuaderno de notas. La actitud positiva.

Dejando al margen los asuntos de la salud, que nos pueden volver del revés, es frecuente que en el día a día nos empeñamos en resaltar lo negativo con tal intensidad, que oscurezca y eclipse los aspectos positivos que toda situación tiene.



La balanza rara vez está en equilibrio. Ponderar lo positivo y lo negativo en su justa medida, es muy difícil. Siempre hay elementos subjetivos, condicionantes de tiempo, espacio, sentimiento y cuadros comparativos, que hacen a uno de los dos platos inclinarse. 

Es una actitud. Lo de la botella medio llena o medio vacía. Hay muchas coplillas que hablan de este asunto. 

La alegría en un triste / entra muy tarde; / como la valentía / en los cobardes. 

 Pero otra gente piensa que “si el problema tiene solución, a que preocuparse; y si no tiene, mejor no hacerle caso”. Así que, lo que dice esta coplilla: 

Un sabio me dijo a mí / que tomara el tiempecito, / como lo viera venir. 

Otra dice: 

Las cosillas de este mundo, / muchos las toman a pecho; /  yo las tomo por delante / y a la espalda me las echo. 

Porque al final, como dice el refrán “no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista”. Una sevillana antigua dice: 

Por cosas de este mundo / nunca te apures: /  que no hay mal que no se acabe / ni bien que dure. Nunca te enfades; / porque no hay bien que dure, / mal que no acabe. 

El secreto quizá esté en ser paciente, que 

Lo de ayer ya se pasó /  y lo de hoy va pasando; /  mañana nadie lo ha visto: / mundillo, vamos tirando. 

Además, ¿quién sabe cómo puede acabar la cosa?: 

Que nadie hable mal del día / hasta que la noche llegue: yo he visto mañanas tristes / tener las tardes alegres. 

 Al final, la persona más feliz no es la que tiene lo mejor de todo, sino la que sabe dar y recoger lo mejor de cada situación. Llegada la ocasión, suelo decir yo que la felicidad depende mucho de la capacidad de adaptación de cada persona a la situación que le toca vivir.  En fin, que si uno de los platos de la balanza ha de pesar más que otro, que sea el de lo positivo. Cada día es una oportunidad para mil cosas. Aprovéchalo. Regala una flor, haz una caricia, sonríe, sueña lo que quieras...



lunes, 24 de mayo de 2021

210522_26 Cuaderno de notas. Los Hijos del Padrino.

 Me llamó por teléfono, luego tomamos un café y, en la confianza y amistad que nos une, me dejó un borrador de la novela. Había utilizado máquina de escribir, con las dificultades que ello entraña para cualquier corrección pero, me dio igual, porque desde la primera hasta la última palabra transmitía una ejemplar estructura en cada frase, solvencia narrativa, argumento seductor -de esos que enganchan, que te invitan a no cerrar el libro-, intensidad, rigor, dulzura en los personajes y un final reconfortante.

Con la modestia que le caracteriza, Pepe dudaba si debía o no editarla o simplemente imprimirla para que quedara en el ámbito familiar. Le animé a que la pasara a un programa de edición de texto informático y, luego, a seguir el complejo proceso de publicarla, de compartirla.

Y, claro, me puse a su disposición. Esto fue antes de Navidad.

Desde entonces, hemos tenido encuentros y llamadas telefónicas. Hace unos días, volvió a llamarme.

-¿Estás en casa? Ya la tengo aquí, voy a llevarte un ejemplar. 

Apenas estuvimos unos minutos pero, mientras me la daba, percibí orgullo, satisfacción, gozo, alegría... Para que un libro vea la luz, sea de la temática que sea, hay que seguir un largo y dificultoso proceso. Concebir la idea, ordenarla, empezar a darle forma, escribirla, rehacerla, equilibrarla, corregirla y -algo sumamente complejo- ponerle punto y final. Luego, hay que tener la valentía de someterlo al juicio de los demás.

Y es entonces cuando llega el momento de la publicación. Una nueva aventura: la maquetación, quién lo imprime, quién lo publica, cuánto costará, patrocinadores… Este libro, como todos, es la síntesis de un tremendo esfuerzo de muchas horas de trabajo.

Los Hijos del Padrino, de José Bermejo Borrero, es una novela sobre un indiano que regresa a su tierra tras hacer las américas, con dinero y esposa, pero sin hijos. Una agradable lectura que no dejará indiferente a quien la lea. Enhorabuena.

Pepe, además de escribir, es un gran compositor de habaneras. Ha participado en todos los certámenes que ha convocado la Asociación Cultural Villa Habanera y, como presidente de ella, en todas fui miembro del jurado. Su estilo, tradicional, lo puedes oír en ésta, que obtuvo el primer premio en 2016. Su título, Habanera de Maribel. La interpreta el Coro Evocación y el Grupo de Pulso y Púa Maestro Lama, dirigidos por Antonio Garrido Pazos.



sábado, 15 de mayo de 2021

210515_25 Cuaderno de notas. Sabores que se enredan en el paladar del corazón.

 Sería por el entorno de los años setenta del siglo pasado. No hace tanto tiempo. ¿Te acuerdas o aún no habías nacido?

Entonces la vida era de otra forma. Las instituciones, la autoridad, la sanidad, la escuela, los trabajos, las relaciones laborales, las normas sociales, las fiestas, los juegos infantiles, la comida... todo era distinto. No pretendo compararlo. Solo digo diferente. 

Por la tarde, salíamos a la calle. No había juguetes sofisticados, solo artesanales -pingola, repión, bolindres, latillas, alguna pelota...-, muchos más niños y un hervidero de imaginación. Mil juegos sin que de por medio hubiera pantallas. Te deba el aire -entonces puro, ahora menos- en la cara y te mojaba el agua si llovía. Todo era más simple. Más natural.

Con los sabores, pasaba igual. Menos refinados, más auténticos. No se, quizá más verdaderos.

Hay escribo esto porque ayer recordé el sabor del pan con aceite y azúcar. Luego, como encerrados en un armario que rara vez se abre pero que los guarda y mantiene intactos, han ido apareciendo otros. El de las rebanás, los guisos hechos en la candela a fuego lento, las "sopas hervidas", la sapidez y textura del pan, el dulzor de la leche en polvo que nos daban en la escuela, la sapidez de unos huevos fritos de aquellos, los gazpachos majados, las papas fritas con tomate... ¿No las has probado nunca?

Era comida propia de julio, cuando ya estaban asentadas las papas -que se sacaron a finales de mayo o principios de junio y se extendieron en el doblado- y las tomateras empezaban a dar su fruto. Tenían la sencillez de los sabores genuinos y un colorido... Se cantaba en Encinasola:

Desde que llegó la moda

de los vestidos granates

todas las niñas parecen

papas fritas con tomate.

Aquella cocina, sus sabores y todo lo que le rodeaba, quedaron enredados en el paladar del corazón. 



 

210510_24 Cuaderno de notas. El antropólogo del duende.


Ayer murió José Manuel Caballero Bonald. No voy a descubrirlo yo ahora. Era grande. Y transmitiendo, magistral. Profundo estudioso del flamenco, alguien lo definió como el "antropólogo del duende", del que decía: "es ese ángulo de la sensibilidad donde se cruzan el dolor y el placer, la situación límite a la que llega el que escucha y el que canta; esa compenetración es la que lleva al duende".

En su recuerdo, te dejo a Juan Peña El Lebrijano cantando un poema suyo: "Dame la Libertad".





210508_23 Cuaderno de notas. De halcones y palomas...


 Dale las vueltas que quieras pero, al final, tú sabes que conviven la realidad y la fantasía, que la alegría deambula junto la tristeza, que el invierno apaga las flores para que revivan en primavera, que junto al blanco y al negro, hay infinidad de tonos grises y un arcoíris asomando, que la cizaña y el trigo se arrebujan en la misma muela...






210501_22 Cuaderno de notas. A ellas.

 No conozco mayor valentía ni grandeza, que ser madre.

Valentía, porque hay que tener agallas para concebir y capitular incondicionalmente, para siempre, al ser que has engendrado. Una devoción eterna al sacrificio y al amor, sople el viento de donde sobre y sea cálido o gélido.

Y grandeza ¿Puede haber mayor grandeza que generar vida en tus entrañas?
Envidio a las madres. Sanamente, pero las envidio. Debe ser una gozada. Ahí, en el vientre, se deben trenzar unos hilos invisibles tan poderosos, incondicionales e irrompibles, que solo ellas saben tejer.

Desde aquí, desde el otro lado de esos hilos, muchas veces, descubres su sentido. Es entonces cuando entiendes los temores que se gestan en la otra orilla y entiendes sus enfados, preocupaciones y miedos. Su valentía.

Yo, a fondo, solo creo haber conocido a dos madres. La de mis hijos y la mía.

De Esperanza conozco sus desvelos, sacrificios, amor y absoluta entrega. Mis hijos deben estar -lo sé, lo están- agradecidos y orgullosos. Yo también. Mucho más de lo que soy capaz de escribir y expresarle.


Mi madre -ahora estoy sonriendo, pero mis ojos se han nublado; su recuerdo, siempre, me emociona alegremente- era eso, mi madre. Todo. Aunque en la juventud uno no parece saberlo. Luego pasan los años y vas descubriendo que jamás encontrarás nada igual a mamá. Yo estuve en su vientre unos meses, pero se quedó conmigo para siempre.

No te quiero cansar. Todos tenemos madre. Pero yo, hoy, tuve la suerte de ir un rato al cementerio. Un lugar de reencuentro del que siempre salgo reconfortado. Y hemos hablado a través de esos hilos que ella tejió y en un lenguaje que solo los dos conocemos. Y nos hemos despedido con una sonrisa.

¿Qué tema musical puedo poner que iguale lo que siento? 


 

210422_21 Cuaderno de notas. Una de libros.

Cuando Alejandro Magno (356 a.C.-323 a.C.) derrotó a Darío III, rey de los persas, al entrar en el salón de su trono encontró oro, plata, joyas, alabastro, un mobiliario de ensueño y alfombras de gran valor. Él, formado en las armas pero educado por Aristóteles, al ver tanta riqueza concentrada simplemente comentó "En esto consistía, según parece, reinar".

Y fue en ese momento cuando le trajeron un lujoso cofre, vacío, considerado el objeto más valioso de cuantos allí encontraron. Preguntó a los generales presentes, entre los que se encontraba Ptolomeo, qué consideraban ellos era lo más importante para guardar en ese cofre. Unos dijeron el oro, otros las joyas, algunos los dineros... Alejandro negó con la cabeza y, tras un breve silencio, ordenó que guardaran en él su ejemplar de La Ilíada, del que nunca se separaba.

A su muerte, Alejandro dejó dos herederos frágiles: un hermano suyo que la historia califica de "medio idiota" y, otro, un hijo aún en el vientre de Roxana, una de sus tres esposas.

Como en tantas ocasiones de la historia a la hora de las sucesiones, corrió la sangre y, tras guerrear salvajemente, el imperio se lo repartieron tres de sus generales: Asia para Seleuco; Macedonia para Antígono; y Egipto para Ptolomeo. 

Cuando Ptolomeo llegó por primera vez a Egipto tenía cuarenta años. No conocía su lengua, ni el sentido religioso y ritual de las pirámides, ni el enorme poder que ejercían los sacerdotes, ni el significado de los jeroglíficos, ni los tempos del fangoso delta del Nilo... Desbordado ante el desafío de la antigüedad egipcia, trasladó la capital a Alejandría -un lugar sin pasado que Alejandro Magno fundara años atrás- y, para contrarrestar la cultura egipcia, se propuso convertirla en el centro del pensamiento y la sabiduría mediterránea. Era una idea que muchas veces le había repetido Alejandro.

Fue así como él y sus descendientes destinaron grandes riquezas a levantar el Museo y la Biblioteca de Alejandría. En todo el período ptolemaico -que se prolongó hasta la muerte de Cleopatra, ya en el año 30 a.C.- enviaron emisarios a todas las partes del mundo conocido, con la bolsa llena y la encomienda de acarrear el mayor número de libros y manuscritos posibles. Así consiguieron llenar las estanterías de la Biblioteca de Alejandría, reuniendo en ella el saber de la Antigüedad y convirtiendo la ciudad en la capital del conocimiento.

Dibujo de los edificios que formaban parte de la Biblioteca de Alejandría.

Pero el hombre es capaz de crear esta grandiosidad y luego destruirla. Al término de la dinastía ptolemaica, durante la llamada Guerra de Alejandría, el emperador romano Cayo Julio César, para impedir que los egipcios comandados por Aquilas se apoderaran de sus naves atracadas en el puerto, las quemó y, de paso, también la Biblioteca de Alejandría.

Pintura de la Batalla de Alejandría.

Hay historiadores que mantienen que la Biblioteca no fue completamente arrasada, pero a partir de entonces empezó a perder el liderazgo cultural y se fue deteriorando poco a poco. Hay quien mantiene que perduró hasta la conquista de Alejandría por parte de los musulmanes en el año 641. Según cuentan, el general que conquisto la ciudad pidió al califa Omar una autorización para el uso de los libros incautados. El califa respondió con la célebre sentencia: “si el contenido está de acuerdo con la doctrina del Corán, son inútiles; y si tienen algo en contra, deben destruirse”. Y así se acabaron de quemar los libros y documentos que quedaban y se destruyó la Biblioteca.

Pero, salvando los recursos propios de cada época, la Biblioteca de Alejandría fue el mayor esfuerzo que jamás se hizo por concentrar el saber que portan los libros. Ahora, con otros medios e intenciones menos culturales, lo intenta internet.

Recreación del interior de la Biblioteca de Alejandría.

A estas alturas y a pesar de todo, el libro ha superado la prueba del tiempo. Es un corredor de fondo. La humanidad sufre y supera catástrofes, revoluciones y tras ellas, el libro sigue estando ahí. Como dice Umberto Eco, "pertenece a la categoría de la cuchara, el martillo, la rueda o las tijeras".  

En los últimas semanas he leído El infinito en un junco, de Irene Vallejo. Te lo recomiendo. Es la historia de los esfuerzos y penalidades que pasaron los cazadores de libros que recorrieron todos los lugares conocidos en su tiempo, para llenar las estanterías de la Biblioteca de Alejandría. 

Hoy, víspera del día del libro, te dejo un poema cantado. De amor. Serrat. 



viernes, 14 de mayo de 2021

210417_20 Cuaderno de notas. La cajita del corazón.

 No sé qué comentario hice y cité el hígado. Ella, que lo pregunta todo -eso para qué sirve, eso qué sonido hace, eso cómo se llama, eso dónde está...- empezó el interrogatorio hasta que llegamos al corazón. Poco más de cuatro años y la curiosidad, mayor que el tamaño de su cuerpo. 

        - El corazón es un músculo, como un motor que tenemos las personas, que sirve para llevar la sangre por todo el cuerpo a través de las venas -le aclaré, esperando la siguiente pregunta.

       - El otro día cuando te canté "elcumpleañosfeliz" me dijiste que te había llegado al corazón... ¿y luego se fue por las venas a todo tu cuerpo?

Las preguntas infantiles siempre sorprenden, resultan divertidas, roban sonrisas y, en ocasiones, desbordan.

        - Cuando me cantaste "elcumpleañosfeliz" me llegó a todas las partes del cuerpo, claro. A la nariz, a los brazos, las uñas, los pelos... a todas partes. -Sin dar tiempo a que la fiscal hiciera otra pregunta, continué.- Pero cuando te dije que me había llegado al corazón quería decir que las cosas dulces, bonitas y tiernas que las nietas dicen a sus abuelos y los abuelos a sus nietas, se guardan en el sitio más importante, en lo más profundo, en el corazón -le dije sonriendo.

          - Sí, dentro de una cajita que hay en el corazón -dijo con absoluta rotundidad, como algo sabido e incuestionable. No me pude resistir y la achuché con dulzura infinita.

Era el pasado martes, Día Internacional del Beso. Ya hay días para casi todo. En algún momento me llegó la voz de Víctor Manuel: "...a dónde irán los besos, esos besos que no damos..." Y pensé que los besos que nos estamos perdiendo también deben ir a esa cajita del corazón donde se guardan las emociones, los sueños, las alegrías, las esperanzas y, por supuesto, los "cumpleañosfeliz" que te canta una nieta.

En la escuela, de pequeño, recuerdo que nos enseñaban que tenemos cabeza, tronco y extremidades. Dentro, además, un montón de órganos, sistemas y aparatos que nos permiten respirar, digerir los alimentos, distribuirlos, inmunizarnos, otros para ver, oler, oír, saborear, palpar, sentir... No recuerdo que me hablaran de la cajita que, si lo dice mi nieta seguro que existe, tenemos en el corazón. 

Los Panchos no especifican si dentro hay cajita, pero le atribuyen al corazón una de las mayores grandezas humana: querer, amar.



210410_19 Cuaderno de notas. Virgen de Flores.

 El origen de la devoción a la Virgen de Flores, es incierto. Quizá esté ligado a los repobladores que llegaron del Reino de León a finales del siglo XIII o principios del XIV, o puede que surgiera para dar cobijo a las necesidades religiosas de los pastores de la Mesta, que llegaban con sus rebaños hasta allí, a los alrededores de los bellos parajes de su ermita.  

Por la localización de su ermita, la segunda hipótesis es bastante probable. Quizá por eso durante los primeros siglos la Virgen permanecía allí, sin venir al pueblo.

La ermita, tal como ahora la conocemos, es el resultado de la evolución lógica de cualquier edificio religioso en nuestro entorno, tiempo y marco histórico. Primero sería una construcción pequeña y austera; luego, entre los años 1585 y 1614, tomó la estructura base de tres naves; con motivo del patronazgo, ya en 1720, se igualaron las alturas de las naves creando un espacio interior amplio y bello; más tarde, en 1869, las tres naves fueron abovedadas; y en los últimos cincuenta años, tanto el edificio como el recinto, se han consolidado y embellecido con significativas mejoras.

Al final, el edificio actual es la constatación del tesón, firmeza y perseverancia que los marochos han depositado en la Virgen de Flores, el resultado de un esfuerzo colectivo mantenido a lo largo del tiempo. Una evidencia material, visible e incuestionable de la fe del pueblo de Encinasola a su Patrona.

Porque la ermita, no es solo el lugar sagrado que acoge la imagen; es también el sitio de culto de quienes acuden durante el año, donde se custodian las ofrendas y exvotos que atestiguan los favores recibidos, el eje sobre el que de despliegan los rituales en honor a la imagen, donde se concentran los actos que muestran la espiritualidad religiosa... En general, la ermita evidencia la evolución de la exaltación o decadencia de una advocación. Desde antiguo, el santuario era el centro sobre el que se vertebraba la veneración. Por eso se ha cuidado siempre.

En las Reglas de Constitución de la Hermandad de Flores de 1585, el capítulo 3 dice “Que cada año se celebre una fiesta el lunes “cuasimodo”, como es costumbre, acompañando los hermanos a la cruz en procesión hasta la ermita, donde se haga misa y sermón y de allí vuelvan acompañando la cruz, todo con mucha devoción.” Es decir, se iba a la ermita y allí, el "Lunes Cuasimodo", se veneraba a la Virgen y se honraba con festejos.

Hasta entrado el siglo XX, la Virgen de Flores no empezó a venir periódicamente al pueblo, de lustro en lustro, una vez cada cinco años. Luego, desde 1971, todos los años. Antes de estas fechas, rara vez venía. Si lo hacía, era en auxilio de sus gentes que imploraban su amparo ante una sequía, epidemia...

1923. Recibimiento a la Virgen de Flores en la Hoya de la Fuente. La gente que no iba a la ermita, se congregaba en la entrada del pueblo para recibir a la Patrona y acompañarla hasta la iglesia. (Del libro “Encinasola: retrato de una época (1860-1950)”.

¡Cómo cambian los tiempos! Ahora, resulta llamativo que sea una pandemia la que impide que la Virgen de Flores venga a Encinasola y no podamos festejar su día.

Junto a aspectos tan determinantes en la sociedad actual como el económico y social, se decanta una forma de celebración, sincretismo de fiesta, religiosidad popular y espiritualidad que, frecuentemente, se superpone a la fe. Aunque Ella, desde su ermita, vela permanentemente por todos los marochos.



210404_18 Cuaderno de notas. Añoranzas de abril.

 Dice el refrán que

Luz y calor son el tesoro del labrador.

Y de las plantas, claro. Y resulta que a lo largo del mes de abril aumenta la luz solar una hora y cuarto.

Un mes cambiante, abril. Caprichoso. Dice otro refrán,

Abril abrilero, o el pastor pide ayuda al barquero

o las ranas mueren en el sequero.

Un mes de flores, luz, alegría y esperanza. En sus primeros días, como hoy, se sitúa el Domingo de Resurrección -¿hay mejor forma de empezar?- con el que se inicia una sucesión de romerías que dan vida a los pueblos andaluces y, de manera especial, a los de Huelva. Pero, como te he dicho en varias ocasiones y bien sabes, este año tampoco toca.

Seguramente coincidirás conmigo en que lo más despiadado del COVID-19 son las vidas que se está llevando y el sufrimiento al que nos somete cada día que va pasando. A la par, va rompiendo nuestra estructura económica, laboral, social, festiva, emocional... Nos tiene encarcelados. Arrinconados. Pero no destruirá los sólidos pilares de la fe, ni nuestras arraigadas tradiciones. Por eso es preciso recordarlas, no olvidarlas y revivirlas en la medida que sea posible. 

[caption id="attachment_5016" align="alignright" width="3277"]La Virgen de Flores, Patrona de Encinasola, saliendo del recinto de su ermita.
La Virgen de Flores, Patrona de Encinasola, saliendo del recinto de su ermita.

De las romerías de abril y mayo en Huelva, ya te hablé por estas fechas en años anteriores. Hoy te propongo un repaso por todas, siquiera para corroborar cuánto nos roba el bicho.

Este vídeo, que realicé en 2018, es un repaso al calendario de las romerías de la provincia de Huelva. Falta alguna, pero el conjunto muestra el sentir de nuestra tierra. El cante que acompaña las imágenes, de una joven promesa de nuestra tierra, José Luis Diéguez. Escucha como templa los fandangos.



210330_17 Cuaderno de notas. ¿Incombustibles?

Hace unos días llegaron las vacaciones escolares de Semana Santa. Merecidas y necesarias. Para alumnado y profesorado. Aunque para todos no es igual. Muchos andaban ansiosos de que llegaran para dedicarse a estudiar, a machacarse diez o doce horas -las que cada uno sea capaz, que la olla se pone de una manera que llegado un punto no le cabe más- con los temas de las oposiciones.

Porque a diario, resulta duro. Casi imposible. Porque hay que seguir tirando del carro que, además de la preparación de las oposiciones, porta las responsabilidades familiares y el quehacer diario con los alumnos -programar, preparar clases, impartirlas, evaluar, atender padres, no fallar en los requerimientos burocráticos de la Administración, satisfacer las, a veces aleatorias, demandas de los equipos directivos, transmitir valores, preparar actividades para el Día de Medio Ambiente, de la Mujer, de la Constitución, de Andalucía, de las Letras, de la Paz, la Tolerancia, las Personas con Discapacidad, Derechos Humanos, de la Poesía, del Agua, de la Familia...- La locura de la docencia, que solo parecen conocer los que están dentro.

Así, los opositores docentes se acostumbran a convivir con el permanente debate que se establece entre la angustia y la esperanza. Con la incertidumbre, la porfía interna: ¿habrá suerte, caerá un tema de los preparados, cuántos avatares y vicisitudes aparecerán esos días, sabré defender lo que hago con mis alumnos o eso no tiene nada que ver con esto, transmitiré al tribunal las horas que llevo dedicadas a estudiar, lo haré mejor que mi compañero...?

 

Resulta curioso que algunos valores que se pide potenciar en la escuela sean la solidaridad, el compañerismo y el trabajo en equipo para que, luego, te valoren con un sistema de oposiciones en el que solo obtendrá plaza menos del cinco por ciento de las personas que se presentan. Rivalidad, competencia. O tú, o tu compañero. Los dos, o los tres, no caben. Después, llegado septiembre, los que sí y los que no, se volverán a sentar en el departamento para distribuir las materias y poner en marcha un proyecto común, iniciar un trabajo compartido. 

La Administración debería hacérselo mirar. ¿Cuándo articulará un sistema justo que reconozca las virtudes de los docentes -siempre ha parecido que todos valen-, que no suponga una etapa traumática, desconcertante y durante la cual -a veces dura años- nadie gana? Para los políticos, que son los que manejan los hilos de la Administración Pública, estos deben ser problemas menores y en ningún caso comparables a una convocatoria electoral, una moción de censura o un debate político en el que decir una cosa y luego hacer cualquier otra.

Ánimo a todos. No desfallezcáis, que el camino es cuesta arriba. Pero debéis procurar llevarlo con naturalidad. El sistema es así y, por ahora, nadie lo va a cambiar. Y no pasa nada. Tengáis un buen día o salga malo. Aprobéis o no. Con o sin plaza.

Tantas horas, de tantos días, con esa entereza, tesón, esfuerzo y trabajo, tendrán su recompensa. Una prueba de resiliencia. Y hay que superarla. Si puede ser, mejor con buen ánimo y una sonrisa. Mucha buena suerte.

Seguramente no tendrás tiempo de leer esto, pero, si lo hiciste, quiero que sepas que estoy contigo. Para que te relejes tres minutos, te dejo con este maestro del violín. Otro tipo de maestro.



210326_16 Cuaderno de notas. Huérfanos de incienso.

 


Lo va anunciando de noche en noche, creciendo en busca de su plenitud, pregonando su apogeo en el que brillará grandiosa, como cada Jueves Santo, para cumplir el designio de alumbrar la desgarradora imagen de Cristo que, escoltado por velas, penitentes y silencio, procesionará por las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades.

Pero la luna quizá no sepa que este año tampoco toca. No habrá procesiones.

Y se quedarán desconcertados los adoquines de nuestras calles, vacíos, otra vez, de las lágrimas de cera de los velones que portan los nazarenos; y extrañarán la ausencia de pies descalzos portadores de promesas, en penitencia, tras los pasos.

Y seguirán los incondicionales costaleros de la Hermandad de la Borriquita de Valverde, un año más, canjeando la rabia por fe, al no poder pasear la nueva imagen de su titular María Santísima de la Paz y Esperanza del misterio de la Sagrada Entrada Triunfal en Jerusalén. 

Y, seguramente, en no sé qué dehesa, pastarán juntos la Borriquita de Valverde y Calamar, el caballo del centurión Quinto Cornelio, del paso del Cristo de las Tres Caídas, en vez de erizar vellos, con su majestuoso trote, al cruzar el Puente de Triana

Y los Armaos, desconsolados, estarán sin armadura. Desarmados.

Y cuando suenen las cuatro campanadas de la madrugada del Jueves, las cigüeñas quedarán aturdidas sin escuchar en el interior de la Ermita del Santo los golpes del llamador del paso de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, ni sentirán el desconsuelo de la Virgen de la Soledad.

Y ¿qué harán la Verónica y las Tres Marías?

Y en Encinasola, en El Calvario, ¿Cómo no sentir el vacío que dejan las cerradas puertas de la Ermita de los Santos Mártires Sebastián y Fabián, por donde vemos salir cada Viernes Santo la Urna con su Cristo Yacente?

Y no sonarán las piezas de Abel Moreno, ni habrá músicos por las calles, ni oiremos saetas desde los balcones, ni saldrá la Hermandad de Los Blancos, ni se verán penitentes, ni nos vestiremos de gala para la procesión, ni se nos escapará una lágrima en ese momento en el que te ensimismas y se abre tu corazón, rezando en silencio...

Pero las aguas volverán a su cauce. Y el año que viene, ahí estaremos, gozando de las procesiones, esos desfiles públicos de arte, sentimiento y religiosidad. Porque la fe no se va y seguirá alimentando la esperanza.



210320_15 Cuaderno de notas. Amores gatunos.

 La gata grande, la que mis nietas nombran como Misina, que ahora contonea la barriga armonizando los movimientos para no molestar la vida que engendra fruto de aquellas garzonías del mes de enero en las que traía de calle a todos los gatos del entorno, me conoce bien.

Dócil, tierna y solícita, pero obstinada defensora de su territorio, sabe cuando puede estar a mi lado y en qué momentos desaparecer. Especialmente, cuando trabajo la tierra -sembrando, cuidando o recogiendo habas, ajos, cebollas, patatas, tomates o lo que corresponda- permanece cerca, como velando mi quehacer, atenta pero despreocupada.

Vigía permanente de cuanto acontece, hace tiempo que dejó de fijarse en los nerviosos mirlos. Son comida imposible. Las palomas que anidan en el ciprés, son otro cantar: torpes y confiadas se presumen asequibles. De cuando en cuando y sobre todo si falta comida, aparecen las plumas de una de ellas. Hubo banquete.

Las niñas le tienen cariño. La llaman con golpecitos sobre el poste que sujeta la barandilla de la entrada y, obediente y sumisa, se sube con porte majestuoso consiguiendo el aplauso y la alegría de ellas. Luego reclama caricias y, al final, algo de comida.

Por estos días le cuesta subirse. No sé cuantas parirá ahora pero, cuando las tenga, sus crías harán las delicias de todos. Darán vida al jardín, adornarán la primavera y serán el entretenimiento de las niñas, cuando los pequeños correteen por el patio jugando con todo lo que se mueva y ponga a su alcance.

No quiero aburrirte, pero siento la necesidad de desmenuzar el origen de esta historia gatuna. Comenzó hace unos veinticinco años. Una mañana apareció en casa un pequeño gato que mis hijos -por fortuna- se empeñaron en quedarse. Un animal único, que siempre recordaremos con cariño y ternura. Un delicia de nombre Tigre. Desde entonces siempre hubo gatos, algunas veces más de la cuenta, pero ninguno comparable a la dulzura de Tigre.

Entre sus muchos recuerdos me asoma ahora el momento en el que permaneció con inofensiva quietud  mientras mi hijo le abría la boca y extraía una espina de pescado que tenía clavada entre sus dientes. Se dejó hacer con absoluta confianza, sabedor  que jamás se le haría nada dañino.

Esta fotografía, aún permanece en el tablón de corcho de la habitación de mi hijo.

Hoy, la música, no podía ser otra: Dúo humorístico de dos gatos, conocida popularmente como Dúo de los gatos, atribuida a Rossini (1792-1868), pero que en realidad es una compilación que incorpora pasajes de su ópera Otello (1916). Una genialidad.



210312_14 Cuaderno de notas. Dicen que me he jubilado...



El último día que trabajé fue el pasado uno de septiembre. Hace más de siete meses. Ese día salí del instituto con la satisfacción personal de casi cuarenta años de entrega a la docencia y la placidez de abrir una nueva etapa, que ahora ya sí sé, es grata, reconfortante e incomparable a la laboral.

El pasado miércoles, desde el sosiego de este mullido colchón –ya sabes: autoconfinamiento, cuidados del huerto y jardín, disfrutar de mis nietas, escribir, ahora tengo albañiles en casa… vamos, aburrido- me sorprendió la publicación en el blog del IES Don Bosco y luego en facebook (https://www.facebook.com/IES-Don-Bosco-713557621987743/) de título “Dos pesos pesados del IES DON BOSCO se han jubilado en este comienzo de curso 2020/2021”.

La compañera con la que comparto cartel, Lole, una persona entrañable. Muchos claustros, DEFEIs, ETCPs, consejos escolares… muchas reuniones compartidas como para no tenernos cariño, aunque la afinidad entre ambos se forjara más en la tertulia de la mesa camilla de la cafetería durante los recreos. Siempre admiré su compromiso docente, su rectitud, su amable sonrisa de cada mañana… una compañera ejemplar en cualquier orden. Un honor coincidir con ella en el inicio de este nuevo escenario.

Desde el primer momento entendí la publicación por la frustración que supone a los compañeros, y especialmente al equipo directivo, no haber podido hacernos el tradicional homenaje de despedida a los jubilados, debido a la dichosa pandemia. Lo comprendo pero, tranquilos, todo llegará.

Tras el primer aviso, la mañana siguió y mientras José, el albañil -ya te dije que estoy de obra en casa-, me dice que la última caja de baldosas está rota y tengo que gestionar que traigan otra cuanto antes, y cincuenta cosillas más, el móvil fue cogiendo temperatura: llamadas, whatsapps, facebook… Liado como estaba, no podía atender el móvil y lo puse en silencio.

Pasé el día sin parar y hasta la diez de la noche no vi que la entrada inicial en facebook la habían compartido varias personas, que tenían muchos pulgares apuntando al cielo, corazones y comentarios. Pensé que mucha gente no se había enterado aún de que me había jubilado y que otra, siendo conocedora, me mostraba su cariño. Leo cosas que me emocionan y, por instantes, me desbordan.  

La gente que podría hacerme algún reproche, que la habrá, no ha participado y las que escribieron querían llegarme al corazón y lo consiguieron. Gracias a todos. De manera especial a los alumnos que han escrito.

Cuando se cierra la puerta del aula ellos son los testigos de tu quehacer. Por eso pueden ser tan severos y crueles o dulces y agradecidos. Tantas horas, de tantos días de tantos cursos, no se puede disimular. Eres o no eres. Estás o no estás. Ellos son los que mejor evalúan la práctica del docente. Saben si llevas la materia bien preparada, si eres puntual, si estiras el tiempo de la clase, si sabes llegarles, si les ayudas a sobreponerse en los momentos duros, si mantienes el orden, si te preocupas por sus problemas personales, si les reconoces el esfuerzo, si les enseñas, si les formas, si estas con ellos... 

Te conocen a la perfección: saben cuáles son tus días grises y tormentosos –que los hay- y los dorados y dulces; conocen si llevas la misma ropa del día anterior, tus modales, si tienes la manía de tocarte la oreja, la nariz... Los alumnos sí que saben de los docentes y sus circunstancias, con todo detalle.

Siempre trabajé con dos principios básicos: “Lo efectivo es lo afectivo” y “cultivar el gusto por lo bien hecho”. Por eso mis alumnos saben que, a pesar de haberme emocionado con sus comentarios, de llenarme de pétalos de rosa el corazón, después de ver algunas de las faltas de ortografía que ponen, quedan convocados a un repaso los martes y jueves, de 6 a 7 de la tarde, en el instituto. Y que no falte ninguno, que paso lista.

Me reservo hablar del IES Don Bosco para otra ocasión y de mis compañeros y amigos, especialmente con quienes trabajé tantos años en equipo directivo, departamento y DEFEI. Compartimos decisiones, satisfacciones y algunos sinsabores que he olvidado. Os llevo en el corazón.

Y una última cosa. A quien ha hecho la publicación (y sé quien ha sido), hay algo que no le perdono: para una entrada de este tipo en el blog del centro, no se debe poner una fotografía hecha al final de una comida entre compañeros, porque se corre el riesgo de que te pillen con un botón de la camisa desabrochado. Aunque en su defensa diré que la alegría de mi cara delata la tarde tan buena que compartimos.

Gracias de corazón. A todos. Y a todas: ya sabéis que generalizo.

Seguramente mucha gente no sabe que  mis primeros cuatro cursos como docente fueron en Fregenal de la Sierra, en el mismo instituto en el que antes había sido alumno. Una gozada. Y es por ello que la música que te propongo hoy tiene su sentido. Es Latifundia, una reciente grabación de Acetre con la Orquesta de Extremadura, inspirado en una de las melodías bailadas por los Danzaores de la Virgen de la Salud de Fregenal de la Sierra, que el amigo Juan Andrés Serrano me hizo llegar. Relájate para escucharla.



martes, 4 de mayo de 2021

210306_13 Cuaderno de notas. Los quintos (I).

                                               25 de febrero / qué día más desgraciado:

                                            metí la mano y saqué / la china de ser soldado. 

Por estas fechas, cada año, llegaba el proceso de incorporación de soldados al ejército, el llamado Servicio Militar Obligatorio. En 2001, con la profesionalización de las Fuerzas Armadas, terminó el sistema de quintas.

Los grupos humanos, en todos las culturas, épocas y civilizaciones, han tenido la necesidad de defenderse y de conquistar. Así, desde la más remota antigüedad, han ido procurado agrupaciones de combatientes más o menos adiestrados en el arte de las armas y la guerra. 

Pero, para no desviarme mucho del asunto del que te quiero hablar hoy, nos situaremos en Europa, en el siglo XVI. Por entonces, los sistemas para incorporar soldados a los ejércitos eran tres: la recluta, la leva y la quinta.

La recluta era el enganche voluntario de hombres de los pueblos por donde los capitanes iban ofreciendo dinero o algún privilegio por su incorporación. Recogía Cervantes en El Quijote:

A la guerra me lleva / mi necesidad;

si tuviera dinero, / no fuera, en verdad.

La leva procedía al alistamiento forzado de marginados sociales, vagos y maleantes. Dice un refrán de antiguo “La leva, lo peor se lleva”.

En España, según Bonifacio Gil en su Cancionero Popular de Quintos y Soldados, se utilizó inicialmente el sistema de reclutamiento llamado de “leva forzada”, también descrita como “leva de vagos, de vagabundos y mal entretenidos” y, ante la falta de soldados, durante los siglos XVII, XVIII y parte del XIX, se estableció el de quintas. 

La quinta consistía en repartir entre todos los lugares y villas del reino el número de plazas de soldados que el rey marcaba para abastecer al ejército. Con el tiempo el sistema sufrió tantas modificaciones que aunque continuó con el nombre de “quinta”, aquello de “un quinto de los mozos válidos de cada lugar elegidos por sorteo”, pasó a ser un puro sorteo de la plaza a la que eran destinados. Es decir, todos los mozos tenían que contribuir por obligación al Estado.

Desde que nació la guerra / para el pobre no hay alivio

que para el pobre se hicieron / los fusiles y los grillos

En el sistema de quintas, el proceso para la incorporación tenía tres fases: el alistamiento -conocido popularmente como marcación-, el sorteo y la despedida de los quintos, fechas en las que se daba cita la fiesta, afloraban consideraciones sociales y desgarradores sentimientos. 

La quinta está decretada / los quintos somos nosotros,

y por eso nuestras madres / tienen los ojos llorosos.

---

Yo saqué el número uno / por mi suerte y mi desgracia;

tu madre estará diciendo:  / ya se va el pillo de casa.

---

Adiós padre y adiós madre / adiós novia si la tengo

me voy a servir al rey / cuatro años que le debo.

Cada una de estas fases -alistamiento, sorteo y despedida- está rodeada por infinidad de matices y circunstancias. Para no cansarte, las dejo para el próximo día.

Y envolviendo este marco un folclore musical que se desarrollaba en todos los pueblos de España. Las letras de las coplillas suelen ser las mismas, con escasas variaciones. Solo cuando hacen referencia a localismos, se ven grandes diferencias. Te dejo con unos Fandangos de Quinta que cantan en el El Cerro del Andévalo.



lunes, 26 de abril de 2021

210226_12 Cuaderno de notas. Desde mi ventana.


Por la ventana entra aire puro que ventila la estancia. Los rayos de luz, ora hialinos, ora turbios, esconden sueños de colores y paisajes encantados en los que las piedras fueron colocadas de tal forma, que su belleza me atrapa.

Miro hacia fuera y no encuentro a toda la gente con la que me gustaría compartir. Ni veo los lugares embrujados por los que ahora quisiera perderme... Pero están aquí, en mi alma, atrapados eternamente. Ya lo decía Alfonsina Storni:

Por las ventanas
abiertas
el mar florece
su campo de nomeolvides.



 

210203_11 Cuaderno de notas. Aquella Andalucía.


Hoy, 23 de febrero, nos llega todo un arsenal de noticias recordándonos que hace cuarenta años hubo un intento de golpe de Estado. Se venía de tiempos convulsos y muy difíciles. 

Ahora, en la antesala del Día de Andalucía, quiero recordar también que, casi un año antes, el 28 de febrero de 1980, se hizo el referéndum de consulta para acceder a la autonomía a través del artículo 151 de la Constitución. La Constitución de 1978.


Esos años los viví como estudiante universitario en Sevilla. La Universidad, los jóvenes, hervían. Mucha tensión.

Hoy se asomó a mi memoria la música con la que en 1978 retrataba Pepe Suero a Andalucía. Ha llovido.




210220_10 Cuaderno de notas. Realidades absurdas.

 Hoy me he liado. Verás: pensé hablarte de gurumelos, pero revisando el histórico de mi web he visto que ya escribí en abril de 2013 y luego en marzo de 2017. Si te interesa, pincha en los enlaces. 

Pero las cosas vienen como vienen y, al final, uno de los ingredientes de este guiso es el gurumelo, porque hoy el día ha venido rebozado en realidades absurdas.

Como días atrás, en cuanto puse la radio los informativos daban cuenta de los incidentes de anoche en distintas ciudades españolas por la defensa de la libertad de expresión. 

¿Incidentes? ¿Libertad de expresión? No, sabes que estos términos son tibios e inexactos. Lo que está sucediendo es salvaje, terrorífico, espantoso, propio de bárbaros y fuera de toda razón. Y, lo peor de todo, no son fruto de circunstancias coyunturales; se han convertido en endémicos y cuentan con una perfecta organización.

Paseo mientras reflexiono sobre la situación.

Tras cuarenta años dedicado a la docencia, me pregunto en qué medida he contribuido yo a formar a algunos energúmenos de este calibre; qué ha hecho mi generación para engendrar tanta fiera malnacida; cómo nuestra grandilocuente Democracia no ha sabido establecer leyes para vacunarse de esta chusma; cómo no fuimos capaces de elegir a gobernantes que, simplemente, defendieran a la gente normal...  ¿En qué nos hemos equivocado? 

Luego, veo cómo la nave de la misión "Perseverance" de la NASA llega a Marte en busca de rastros de vida. Grandioso, colosal. Propio del Homo Sapiens. Aunque, pensándolo bien, quizá sea una misión incompleta. Le faltó cargar en la nave al perverso rapero y sus violentos secuaces y que se quedaran en Marte una larga temporada antes de regresar.

Ya te dije que el día vino cargado de rarezas. El remate de la mañana llegó cuando salí al patio y me encontré asomando en el césped un mato de gurumelos. Ya te dije que el día vino disparatado.

¿No te lo crees? Mira la foto.

¿Será verdad que la vida es un Cambalache, como dice Carlos Gardel?

https://www.youtube.com/watch?v=SvMcaSgiMro

 

 

210213_09 Cuaderno de notas. A la puerta de Doña Cuaresma.

 ¿Dónde andará Don Carnal / que le pilla la Cuaresma?

Ni ella es ya la misma / ni él conserva su sal:

anda una en menoscabo / y el otro sin verse el rabo.

El Carnaval viene de antiguo. Hay antecedentes que sitúan su origen en la Grecia Antigua, donde se hacían desfiles de barcos tripulados por personas disfrazadas que cantaban canciones satíricas, y luego pasó a la Roma Imperial con las saturnalias y el carrum naveli, fiestas que celebraban cada cinco de marzo como preámbulo a la temporada de navegación. Con el tiempo, se extendió por Europa y todas partes. 

Entre Roma, cuando era ombligo del mundo, y el emergente cristianismo, fueron conformando una fiesta que con origen y espíritu pagano se perpetuó como contrapeso de la Cuaresma. Roma se convirtió en el centro del Carnaval a la que después siguieron otras ciudades italianas como Venecia, Florencia, Milán o Nápoles. Luego se extendió a Francia, Alemania, Suiza…

En España los festejos carnavalescos tuvieron gran auge durante el periodo medieval en los territorios dominados por los musulmanes. Durante la Reconquista, a medida que el cristianismo avanzó, tuvo una consideración desigual.

Una referencia importante de su existencia se registra en el Libro de Buen Amor (1330). En él, el Arcipreste de Hita recoge la simbólica lucha que sostiene Don Carnal con Doña Cuaresma: el uno con sus huestes guerreras compuestas por toda clase de aves -animales de corral de sabrosas carnes-, y la otra respaldada por pescados y verduras. La batalla la gana en principio Doña Cuaresma el “miércoles corvillo”, pero tras cuarenta días de “prisión y penitencia”, don Carnal resurge y destierra a doña Cuaresma que

El Viernes de Indulgencias vistióse una esclavina,

gran sombrero redondo, mucha concha marina,

bordón lleno de imágenes, en él la palma fina,

esportilla y rosario, cual buena peregrina.  

Esta alegoría de la pluma del Arcipreste de Hita se refiere sólo a las prohibiciones de comida impuestas por la Iglesia durante la Cuaresma, aunque sin dar detalles sobre la fiesta carnavalesca. Pero da fe de su existencia y del posicionamiento enfrentado entre los goces del pueblo y las limitaciones religiosas.

Con el paso del tiempo se constata que en España ha sido una fiesta intermitente debido a sus reiteradas prohibiciones: Carlos I la prohibió; durante el reinado de Felipe IV fue permitida y tuvo gran auge; su hijo, Felipe V, volvió a desterrarla; Carlos III la autorizó y durante su reinado se introdujo la máscara y el disfraz, proveniente de Francia; Fernando VII no lo permitió por las calles, reduciéndolo al interior de las casas; la Reina María Cristina, durante su regencia, lo restituyó alcanzando gran majestuosidad y esplendor; Franco volvió a prohibirlo en 1937; y, actualmente, de la mano de la Democracia, se volvió a recuperar.

Como toda fiesta, cada estrato social lo vive de forma diferente. Para la sociedad burguesa y las clases pudientes, el Carnaval evolucionó hacia fastuosos bailes públicos y privados con elegantes disfraces, juegos amorosos y refinadas maneras.

Para las clases sociales bajas, derivó hacia un deambular callejero, ir de un lado a otro con la espontaneidad y marcha bullanguera propia de la fiesta, con desfiles callejeros acompañados normalmente por banda de música o personas que tocaban algún instrumento ruidoso.

El ocultamiento tras un disfraz, el circular libremente, la licencia de horarios y recrear públicamente críticas a la sociedad, políticos y autoridades, eran elementos suficientes para garantizar el éxito del Carnaval entre las clases populares.

Pero para unos y otros tenía el Carnaval elementos comunes que resultan determinantes para entender la profundidad de esta fiesta: su espíritu y el papel de la mujer.

Al margen del corpus, el antecedente matriz del carnaval, su espíritu, sus entrañas, es consustancial al hombre. Ahondando en su origen se constata su presencia en distintas culturas y geografías. Porque en el espíritu del Carnaval aparece el instinto que lleva al individuo a la desinhibición de la formalidad, a la libertad absoluta para el desvío, a la transgresión y promiscuidad, a romper el orden social. Pero, además, con la particularidad de compartir este privilegio individual con la gente que te rodea y convertirlo en una manifestación colectiva.

Para la mujer era la gran fiesta, la que le permitía sentirse libre, sin cadenas ni ataduras. Durante los días de carnaval abandonaban el segundo plano al que siempre han estado relegadas y acaparaban el protagonismo. Dejaban las labores, diseñaban su disfraz, confeccionaban sus trajes para estar guapas y lucirse hermosas. Una coplilla de Aldeacentenera (Cáceres) dice:

Ya salen las casaditas, / ya salen de sus rincones;

ocultas tras el disfraz / a robar los corazones.

Diversión sin límite que Mariano José de Larra, en un artículo de 1833 dedicado al Carnaval, relata así: “(…) Algunas madres, sí, buscaban a sus hijas, y algunos maridos a sus mujeres; pero ni una sola hija buscaba a su madre, ni una sola mujer a su marido.”  

El Carnaval, en definitiva, se trata de una fiesta que por su arraigo popular, por contar con la activa participación de las clases sociales menos favorecidas, por la carencia de reglamentación y sus características de espontaneidad y bullicio, se ha visto sometido a continuas agresiones por parte de los gobernantes, porque era una de las manifestaciones populares que mejor reflejaba la situación social y política de cada momento.

De ahí que unos gobernantes lo entendieron como una forma de reforzar el orden establecido y otros como una reivindicación colectiva capaz de generar cambios radicales en la sociedad. Los primeros lo vieron como una válvula de seguridad, una forma de canalizar los conflictos sociales haciendo creer a las clases bajas que estaban liberadas -siquiera por unos días-, y lo permitieron; los segundos, lo visualizaron como una ocasión para el inicio de motines y sublevaciones, una oportunidad para el reagrupamiento de los desheredados, una amenaza, y lo prohibieron.

Con el tiempo, el Carnaval ha vagado deteriorándose de siglo en siglo; unos con la prohibición y otros normalizándolo con reglas -a fin de cuentas, limitaciones-, que han quemando sus entrañas y ahora ya don Carnal se presenta irreconocible.

Manuel Garrido Palacios lo retrata así: “Esto de hoy –no digamos lo de mañana- parece responder a una canción recogida no sé donde, eco suelto del viejo Carnaval que vagaba errante de siglo en siglo:

¿Qué habrá sido de mi fuego

que por más que muevo el ascua

sólo cenizas encuentro?”

https://www.youtube.com/watch?v=0nBFWzpWXuM

210210_08 Cuaderno de notas. Los cacos y las pegas.

 De antiguo en Encinasola, desde el 20 de enero que se iniciaban Las Correderitas, de día en día, a medida que se iba acercando el Carnaval aparecía el tono satírico y se creaban canciones cuyas letras recogían los acontecimientos del último año. La mayoría de las pandillas abandonaban el lugar habitual de reunión y se iban desplazando por las calles, cantando y bailando. Se formaban las comparsas, las murgas...

 
Hacia 1900. Encinasola. Vista de la calle Juan Velasco.

La evolución de La Correderita al Carnaval suponía una transformación de dos modos festivos diferentes. Se iniciaba como la fiesta del amor, la alegría, la ternura e inocente gozo, para culminar en la de la mascarada, jolgorio y bullicio.

Durante este periodo transitorio, dos costumbres discurrían paralelamente hasta desembocar en el Carnaval: los cacos y las pegas.

Los cacos eran bromas que consistían en tirar en las casas de los demás algún tipo de objeto o materia que provocase la ira de sus ocupantes. Normalmente eran niños que, en grupo, amparados en el anonimato y la oscuridad de la noche, abrían la puerta de la casa elegida y, tras tirar dentro cualquier cosa que irritara a sus habitantes (bombillas, botellas llenas de ceniza…) gritaban “caco”, y corrían a ocultarse y a esperar la reacción. Carreras, griterío, burlas... La broma -por nombrarla de forma generosa-, cuando se repetía varias veces en la misma casa, conseguía enfurecer a los dueños de forma insospechada. Claro que, cuanto mayor era el enfado y la crispación causada, mayor el regocijo y diversión de los niños, que ya se cuidaban de que no se les cogiera.

Me contaba la gente mayor que esta costumbre marocha fue prácticamente erradicada a partir de 1937. Luego, durante los años sesenta del siglo XX, reapareció hasta desvanecerse definitivamente. Por suerte.

La pegas -quizá la versión femenina de los cacos- eran bromas similares, pero muy diferentes: no se ensuciaban las paredes, ni el suelo, ni los enseres próximos a la entrada. Consistían en vociferar en la puerta de la casa señalada un ripio, una expresión que pretendía molestar y ofender, pero sin mucho fundamento. Unas se repetían cada año y otras se creaban para la ocasión. Vamos con algunas de ellas.

Esta primera se dirigía a mujeres que tras varios años de matrimonio aún no tenían hijos:

Tienes pasito corto: se te nota en el andar;

no tienes hijos porque estás amachorrá.

 Ésta, donde había solteronas:

¿Qué coño pasa en esta casa, que ninguna puta se casa?

Otra, después de llamar a la puerta de la casa:

- ¿Quién es?
- Menea el culo y ven a ver.

O ésta otra:

- ¿Se puede?
- Adelante.
- ¿La camisa de usted tiene volantes? ¿Y los calzoncillos de su marido, tienen tirantes?

En la antesala del noviazgo, con la intención de despertar la incertidumbre en los padres de la moza, la pega podía ser:

“Aunque comas pan y pasas, con Juanito no te casas.”

Las pegas se improvisaban, surgían de la ocurrencia del momento y en la mayoría de los casos eran personales. Si resultaban certeras, molestaban a unos y gustaban a otros, corrían de boca en boca.
Una más:

Tú gorda y tu marido delgao: ¡pum pum bacalao!.

Y así, entre las canciones de Las Correderitas, amoríos, cacos, pegas y la preparación de las murgas y disfraces, se iba preparando en Encinasola el Carnaval.

Tras esta parrafada -que a muchas personas no interesará lo más mínimo y a otras sí- y suponiendo que llegaste leyendo hasta aquí -soy consciente de que me atribuyo el beneficio de la duda, con poco fundamento-, te dejo con Jarcha y su Carnavalito.

https://www.youtube.com/watch?v=wPrreXfdexQ

210205_07 Cuaderno de notas. Invierno.

 Ellos no tienen nada que ver con que el día haya amanecido gris, lluvioso y propicio al ensimis-mamiento. Como cada mañana, estaban desayunando las pocas aceitunas que aún le quedan al olivo, mientras interpretaban el diario concierto, único e irrepetible, con el que me complacen cada mañana cuando levanto la persiana de la cocina.



Ya te hablé en otras ocasiones de la pareja de mirlos de mi jardín. Este año son más. He llegado a contar hasta ocho ejemplares picoteando en las ramas del olivo. No han ocupado el nido del año pasado, ahora anidan en las altas palmeras del vecino. Pero siguen teniendo el jardín como territorio propio. Van y vienen, jugueteando por todas partes. 

El día ha salido como esos de invierno  que recuerdo de mi niñez y ya pocas veces se dan: lluvia mansa de la que mantiene entretenida a las canales, fondo verde difuminado por la lluvia, cielo gris apacible... Armonía invernal.

He encendido la candela. Sin prisa y, luego, he coqueteado con las llamas. Aquí sentado, pareciera que el mundo anda en paz. Y no es así. Pero yo, hoy, he decidido buscar mi paz.

He dudado qué música escuchar y a qué lectura entregarme. Nada más entrar en la biblioteca he sentido la noble sonrisa de Machado. Sus cantares y poemas forman parte de mi equipaje.

Me he sentado frente a la candela y me he dejado llevar.  

No era fácil seleccionar la música ¿Qué puede mejorar la melodía de la lluvia? A pesar de ello, de fondo sonaba el LP que Serrat dedicó a Machado.

https://www.youtube.com/watch?v=y9hEBq0zeyk

¡Ah! Y hemos temado una decisión importante: hoy comeremos migas. Con todos sus apaños.

210130_06 Cuaderno de notas. Al son de los buñuelos.

En estos tiempos, con la situación que tenemos encima, no es fácil escribir. Mucho que decir, pero difícil que ayude a levantar el ánimo. Y aquí estoy, dudando entre darte una bofetada de realidad o abrigarte el corazón invitándote a bailar mientras comemos unos buñuelos.

Estamos saturados de augurios negros y, quiero pensar, que tú también prefieres buñuelos.

Mañana el baile en mi choza / mi madre va a hacer buñuelos,

eso dicen las muchachas / del Guijo y Raboconejo.

Es receta antigua. Solo hay que ver sus ingredientes -los básicos son harina, agua, leche y huevo- para situarlos en la cocina mediterránea. Catón el Viejo -un romano del siglo II- incluía una receta de buñuelos en su libro De Agri Cultura, en la que también añadía queso y proponía untarlos con miel y semillas de amapola para servirlos.

Los que hacen en Caballón -es decir, al estilo tradicional de Valverde del Camino- son peculiares. No son redondos, de viento, sino aplanados cual tortilla aunque se cuelen algunas burbujas de aire.

Aldea de Caballón (Niebla) Aldea de Caballón (Niebla)[/caption]

De antiguo, como dice la seguidilla, las madres o las abuelas hacían los buñuelos para animar el estómago durante los bailes de las chozas que hacían en el Guijo, Raboconejo, Caballón, Candón, o cualquiera de las aldeas que fundaron y ocuparon aquellos intrépidos valverdeños en los Baldíos de Niebla. O en la encalada choza de la Marta, que reza la copla

En la choza de la Marta / se canta y se baila bien

pero hay que tener cuidado / con no esconchá la paré.

Los hombres andaban toda la semana dispersos por cualquier rincón de los Baldíos afanados en las labores agrícolas y ganaderas, pero, el domingo, tocaba baile. Acudían como abejas a la flor. Daba igual en qué choza. El baile, era el único entretenimiento, el que propiciaba el encuentro para que funcionara la fragua de Cupido.

Yo no tengo mis amores / ni en Candón ni en la Peñuela;

los tengo en Raboconejo / en una cara morena.

La seguidilla castellana visitó Sevilla, se aclimató, la invitaron a quedarse y la hicieron suya. Así surgieron esas sevillanas antiguas, bailables, que se fueron extendiendo por toda la tierra llana del reino a través de los intercambios comerciales, fiestas, ferias, romerías...  Y así llegaron a estos lugares perdidos de los Baldíos de Niebla y Valverde, donde siempre habitó la alegría, el amor y el gusto musical.


De todas las mujeres / que están presentes 

la que a mí más me gusta / la tengo enfrente.

Me he equivocao; / la que a mi más me gusta / la tengo al lao.

---

Míralá cara a cara, / mírala tonto:

tú te mueres por ella / y ella por otro.

¡Cuánto te quiero!  /  Poquito por si acaso  /   me olvidas luego.

---

Con la luz del cigarro / voy a tu choza;

se me apagó el cigarro / perdí la trocha.

---

Quiéreme que tengo cabras / y también tengo cochinos

y en la Fuente de la Corcha / tengo colmenas y olivos.

Cuando investigaba para el libro A compás de palmas (Sevillanas tradicionales de Valverde del Camino), la gente mayor me cantaron muchas de estas sevillanas, pero ahora no tengo a manos las grabaciones. Otro día te las pongo. Hoy, te dejo con esta sevillana suelta, despicada, una pincelada que el maestro Manuel Pareja Obregón dedicó a Los baldíos. Sujétate los pies, no salgan a bailar.

https://www.youtube.com/watch?v=px2yR1U_728

 

210123_05 Cuaderno de notas. Amistad.

Tocan a arrebato, a encuentro, y acudimos sin dudar un instante. Pasa siempre que convoca alguien con liderazgo emocional, con capacidad para disponer las velas de nuestros corazones en la dirección que soplan las rachas de viento favorable. El remate lo pone la causa, la persona con la que todos hemos ido estableciendo cordones umbilicales de esos invisibles, que no se ven, pero que están.

Y así, sin más, nos encontramos celebrando, virtualmente, un cumpleaños. Ana, Consuelo, Francisco, Lola, Rosario, Eladio, María, Elena, Nazaret… ¡Qué gente, por Dios! Cómo roban sonrisas, como alegran con su simple presencia.



Claro, cuando ella entró en escena, ajena a la reunión y al motivo, y sus oídos rebosaron con los sones del "Cumpleaños feliz..." que todos cantábamos desde la pantalla de un ordenador, apareció en su cara la sorpresa, la alegría y la satisfacción de sentirse acompañada y querida. Ella que es de las que siempre tienen magia en sus palabras, una sonrisa que ofrecer y la bondad por bandera, solo podía contar con nuestro cariño e incondicionalidad.

Me encantó, nos encantó a todos, el rato que compartimos. Felicidades, Pepi y gracias por propiciar este breve, pero sustancial encuentro.



Esto pasa mucho entre los docentes: en cuanto nos juntamos cuatro, acabamos hablando de nuestras cosas. Entre ellas las matemáticas.

Y tú ¿cómo andas de aritmética?



Amistad indeleble, atemporal.

https://www.youtube.com/watch?v=iKVcUh_dXdM