viernes, 4 de diciembre de 2020

MIENTRAS TE CANTO UNA COPLILLA (28) Legados de la Mesta.


Durante la Reconquista, la frontera entre los reinos cristianos y musulmanes no era una línea fija, sino una franja de terreno que, en función de la orografía, a ocasiones llegó a tener hasta cien kilómetros de anchura. Una tierra de nadie, casi despoblada y que, sometida a continuas incursiones de unos y otros, dejaba de sembrarse porque durante las campañas de guerra -que habitualmente se hacían con buen tiempo, en época de recogida de las cosechas- acababan siendo quemadas o saqueadas en las escaramuzas.

Este territorio solían aprovecharlo los pastores practicando las trashumancia. En épocas frías -otoño e invierno- el ganado pastaba y llegado el buen tiempo -propicio para la guerra- se refugiaban en las montañas, donde había pastos frescos.


En el siglo XIII la Reconquista cristiana tuvo un gran impulso. A medida que avanzaba hacia el sur, los terrenos fronterizos, antes inseguros, ahora eran tierras destinadas a la agricultura obligado a los pastores a desplazarse cada vez más al sur y atravesando con sus rebaños zonas sembradas. Se hizo necesario regular el transito del ganado y las zonas de pastoreo, dando lugar al Real Concejo de la Mesta, creado en 1273 y abolido en 1832. La trashumancia se convirtió en una forma de vida en la Península Ibérica que permaneció de forma natural durante seis siglos.

Se articularon vías pecuarias que discurrían de norte a sur de la península. Así surgieron las cañadas reales, cuerdas, cordeles y veredas provistas de descansaderos, majadas, abrevaderos y contaderos. Por ellos transitaban cada año el ganado y los pastores, gentes que portaban sus costumbres, hábitos, folclore... Se cantaba:

Ya se van los pastores / a la Extremadura; / ya se queda la sierra / triste y oscura.

Ya se van los pastores / hacia las majadas; / ya se queda la sierra / triste y callada.

Ya se van los pastores, / se van marchando, / más de cuatro zagalas / quedan llorando.

La presencia de los pastores de la Mesta en la provincia de Huelva esta documentada. Sirva como evidencia el pleito que Valverde del Camino mantuvo con el Real Concejo de la Mesta de los pastores de Castilla entre 1588 y 1623, del que da cumplida cuenta Diego Romero Pérez, en su libro "Un Pueblo colonizador". Y dejó su huella en el folclore. Una sevillana tradicional del Andévalo, que los Hermanos Toronjo grabaron en los años sesenta del siglo veinte, dice:

Allá arriba en la sierra / está nevando / las pastoras están solas / con los rebaños. 

Que los pastores / están ajustando cuentas / con los señores.

La coplilla con la que empiezo este artículo es una de esas coplas que cantarían esos pastores y quedaron atrapadas en el repertorio de la Nochebuena marocha, a través de la tradición oral. Solo así se puede explicar que en Encinasola se cante a la Sierra de Guadarrama.

Recientemente Antonio Rodríguez Guillen, Chamizo, ha presentado un interesante trabajo sobre la presencia de la Mesta en las zonas de Aroche y Encinasola en el que vincula la advocación de San Mamés, patrón de Aroche, a la presencia de los pastores de la Mesta. Y ya conocen esos versos de la Jotilla de Aroche:

En dónde la has aprendido / la jota que estás cantado / en dónde la has aprendido

la aprendí por esos montes / de oírla a los pastorcillos. 

En la sierra de Aroche, Sierra de Flores 

donde cantan las niñas coplas de amores...

Te dejo con Jarcha: La Jotilla de Aroche.




lunes, 23 de noviembre de 2020

MIENTRAS TE CANTO UNA COPLILLA (27) El Terremoto de Lisboa.

Serían las diez de la mañana -en unos sitios algo antes, en otros después- cuando, tras el estridente temblor del suelo, dos enormes olas arrasaron las costas atlánticas de Cádiz, Huelva y Portugal.



Desde Ayamonte hasta Cádiz todas las poblaciones costeras quedaron inundadas. En el interior, el terremoto también causó grandes destrozos en viviendas y edificios. Se cayeron o dañaron torres de muchas iglesias y se produjeron incendios a causa de las velas que en todos los altares estaban encendidas en recuerdo de los fieles difuntos. Era el 1 de noviembre de 1755.

Con el acomodo religioso que el Santo Oficio hacía de cada situación, se conformaron leyendas y rituales que perduran hasta nuestros días. Las santas patronas de Sevilla, Justa y Rufina, sostuvieron con sus manos la Giralda gracias a lo cual no sufrió apenas daños. Desde entonces, la Hermandad del Amparo de Sevilla mantiene “el voto de celebrar a perpetuidad solemnes cultos” en agradecimiento a su intercesión.


En Cádiz, en la iglesia de la Virgen de la Palma, celebraban misa en el momento en el que se produjo el terremoto. Allí, primero se sintió el temblor y luego toda la ciudad quedó inundada. El capellán que oficiaba la misa sacó entonces el estandarte de la Virgen y las aguas se apaciguaron. El salero gaditano lo retuvo en una expresión popular que aún hoy se escucha y cuyo sentido es utilizado para marcar límites: “Hasta aquí ha llegado el agua, dijo el cura de la Palma».


En Encinasola, como en tantos pueblos, la torre de la Parroquia de San Andrés Apóstol se desmoronó. El Arzobispado de Sevilla nombró como maestro de obras a Pedro de Silva para que se encargara de la reconstrucción de la mayor parte de las torres que se derrumbaron en la Sierra de Huelva. De ahí la similitud que tiene la de Encinasola con la de la Purísima Concepción de Zufre o la del Divino Salvador de Valdelarco.

En la Historia de la Parroquia de Valverde del Camino, cuenta Don Francisco Romero que “Valverde, como todos los pueblos de la región, sintió el terremoto pero con menor intensidad, de tal forma (…) que las quiebras y daños fueron mínimos (…). La piedad y devoción de nuestro pueblo al ver que no había daño en las vidas humanas y sólo pocos desperfectos en el templo, atribuyó a la Virgen del Reposo una protección especial (…). En perfecta unión de corazones los cabildos secular y eclesiástico prometieron el 13 de septiembre de 1756, con voto y juramento, celebrar todos los años solemnemente, con misa, sermón, procesión y asistencia de ambos cabildos, fiestas a la Virgen del Reposo el 1 de noviembre, teniéndola como especial protectora de los terremotos (…)”. Y sigue celebrándose cada primero de noviembre el Voto del Terremoto. Un día grande para Valverde, que este año se privará del gozo de ver procesionar a la Virgen del Reposo por sus calles.


Y así se podría seguir contando mil historias-leyendas que quedaron atrapadas entre la religiosidad popular y la tragedia. Murieron muchas personas. Especialmente en Lisboa; tal fue así, que le dio nombre: el Terremoto de Lisboa.


Lisboa entonces contaba con unas 250.000 personas y murieron casi 100.000. Derrumbamientos, incendios, muertes, heridos… La ciudad quedó destrozada. Gobernaba entonces en Portugal José I y tuvo la fortuna de contar como primer ministro con uno de los mejores estadistas lusos: Sebastião José de Carvalho e Mello, marqués de Pombal, al que se le atribuye la frase que sintetiza su actuación: ¿Y ahora? Se entierra a los muertos y se da de comer a los vivos».

De inmediato empezó a analizar la situación para reconstruir la ciudad. Elaboró una encuesta que envió a todas las parroquias de Portugal, en la que preguntaba cuestiones tales como si los perros y otros animales se comportaron de modo

anómalo poco antes del terremoto, si el nivel de los pozos había subido o bajado en días previos al sismo o el número y tipo de edificios que habían sufrido daños. Estas preguntas permitieron a los científicos portugueses aproximarse a la reconstrucción del terremoto con los medios de la época y esta metodología fue la base del origen de la sismología como ciencia. Luego, el Marqués de Pombal se rodeó de un grupo de arquitectos encargándoles el diseño de Lisboa y de sus nuevos edificios con una clara y determinante directriz: que resistieran terremotos futuros. Probaron distintos modelos, simularon seísmo haciendo marchar a grandes masas de soldados, al trote, alrededor de las nuevas construcciones. Aquellos edificios y plazas siguen en perfecto estado y forman parte del encanto y atracción de Lisboa. Todo un espejo en el que mirarse.

¿Qué te puedo decir de Lisboa? Me encanta. Desde que se encara el puente 25 de Abril para entrar atravesando el Mar de la Paja hasta que lo cruzas de vuelta, todo es entrañable, bello y fascinante. Te cautica. Pasear por la Alfama y llegar hasta el Castillo de San Jorge para gozar de hermosas vistas desde su privilegiado enclave, subir por el elevador de Santa Justa y contemplar la otra orilla de La Baixa, Chiado o el convento do Carmo, visitar el Monasterio de los Jerónimos, la Torre de Belem, el Monumento a los Descubrimientos y rematar el paseo con un pastel de Belem en la centenaria pastelería -te embriagará el aroma a canela-,  perderte entre la gente por la Rua Augusta hasta atravesar el arco y llegar a la Plaza del Comercio, recorrer la ciudad en tranvía y convivir con sus gentes… Y por la noche, cena romántica en cualquiera de los restaurantes en la Alfama o el Barrio Alto y degustar manjares, viño verde y amarguiña mientras te seducen con fados… «Lisboa antigua» de Amalia Rodríguez.




MIENTRAS TE CANTO UNA COPLILLA (26) Mirlos.

¿Recuerdas la pareja de mirlos de que te hablé cuando escribía el diario de un confinado? Criaron dos polluelos y se fueron. Dicen que se van al norte, a latitudes más frescas. Sabe Dios cuantas venturas y desventuras pasarán en esos largos desplazamientos.


A principios de esta semana volví a oír su melódico y armonioso canto. Salí en su busca y, no sin trabajo, pude verlos. El macho con su reluciente plumaje negro -leí que lo cambian durante el verano-, su inconfundible pico amarillo y su larga y nerviosa cola, cual abanico en manos de un niño inquieto.


Ella, la hembra, siempre distante y prudente, tiene un plumaje marrón que disimula su pico. Intuyo que se encarga de las labores de reconocimiento. Parece la estratega. Merodea por los alrededores del nido -esa taza de ramas y tierra laboriosamente construida para dar vida-, quizá valorando si retocarlo o hacer uno nuevo.

No paran. Aunque su permanente excitación puede engañar, se percibe que no se les escapa nada. Vigilan el entorno, la comida, a mí... Saben que la temporada pasada les fue bien y tienen comida asegurada: el olivo del jardín está cargado, aunque los violentos vientos del martes lo aligeraron de peso.

Hace algún tiempo que quiero ponerte música de Los Indios Tabajara. Para la ocasión pensaba en El Pájaro Campana, pero tropecé con María Elena que tantas veces tocamos Los Múrtiga y tantos recuerdo me trae.

Te sitúo: noche de verano, feria de cualquier pueblo de la Sierra de Huelva, cuatro de la mañana, llevamos cinco horas tocando y en la caseta solo van quedando parejas que bailan; sus cuerpos se entremezclan, se funden al compás de la música, con movimientos suaves, tiernos y acompasados... Acaba la canción, breve pausa, un respiro y, entonces, José Luis o Jesús, empiezan a puntear María Elena y, él o ella, canta en su oído "tuyo es mi corazón..."






viernes, 16 de octubre de 2020

MIENTRAS TE CANTO UNA COPLILLA (25) Lobos

Tendría yo seis o siete años cuando una tarde de otoño llegó mi padre a casa con los alforjes al hombro. Venía andando. Por entonces estaba trabajando en El Bravo, una enorme dehesa de Encinasola, y solo venía a casa cada tres o cuatro días.

 ¿Y el burro? -le preguntó mi madre.

– Se lo comieron anoche los lobos… 

Ya había oído en casa otros episodios de lobos, pero en ese momento comía un trozo de pan con aceite y azúcar, quedé perplejo y la merienda se me cayó al suelo. Un burro entonces era la principal herramienta que podía tener un trabajador del campo. Y costaba un dinero. Esa tarde, con aires de duelo, se la fue comiendo la noche como el lobo se comió el burro.

Dice el refranero:

A la luna, aguarda el lobo al asno.

Burla, burlando, vase el lobo al asno.

El lobo era la alimaña más temida por los pastores. Su principal enemigo. Cuando andaba cerca una manada de lobos, la incertidumbre era permanente. Nunca se sabía cuando atacaría, pero sí que lo haría. Y así fue como, poco a poco, a causa de la permanente amenaza y al amparo de un, quizá, mal entendido progreso, se exterminaron los lobos en la Sierra de Hueva.

De antiguo, matar un lobo tenía premio. Y una camada de lobeznos, también. La  fotografía que sigue, de 1957, la incluí en el libro Desde el aguardo. Presenta el paseo de un lobo por las calles de Valverde. Entonces matar un lobo era un mérito: se cobraba recompensa y se exhibía. 

Hacia 1957. En las Peñas. Portando el trofeo Adolfito (izquierda) y Francisco Calderay (derecha); junto al animal, Liacé.

Fábulas, cuentos y leyendas se nutren del comportamiento de los lobos. Su astucia, belleza, y agresividad, atraen. Cazan y se alimentan en manadas, respetando una jerarquía social. Elaboran estrategias. En España están protegidos. Los que quedan -no llegan a 2000- se distribuyen en su mayoría por el cuadrante noroccidental, especialmente por Castilla y León, Galicia, Cantabria y Asturias.

Pudiera parecer que es difícil ver lobos, pero no es así. Hay una especie visible del Canis lupus signatus en permanente degradación pero cada vez más extendidos -lo que resulta lógico, pues cada vez hay más burros en su entorno-. Pueden verse fácilmente. Unos se camuflan bajo piel de cordero, otros muestran con descaro sus afilados dientes, otros muestran su bello pelaje... Se reúnen en manadas, habitualmente en el Congreso de los Diputados y parajes similares.

Puede parecer duro, pero obsérvalos y me cuentas. Yo me siento cordero.

Una tierna canción para endulzar el ánimo.








sábado, 10 de octubre de 2020

MIENTRAS TE CANTO UNA COPLILLA (24) Se abre la veda



No he sido, no soy y no creo que sea jamás cazador. Lo más cercano que recuerdo, viajando a mi infancia, es utilizar un tirachinas prestado cuyo único resultado se limitaba a espantar a los pardales de los tejados de la maltrecha, abandonada y semiderruida casa de la escuela de Don Eladio que, rodeada de aquellos jardines que su empeño y el trabajo de tantos niños hicieron florecer, era parte del territorio de mi niñez.

Pero hace unos años, con motivo de su 50 aniversario, la junta directiva de Club Montero Los Galvaos me propuso que investigara su historia y la escribiera. Inicialmente no me interesó el tema. Luego, una vez que analicé sus repercusiones económicas, sociales, gastronómicas y los rituales folclóricos asociados de la caza, empecé a profundizar, a tratar el tema desde un  enfoque distinto al del cazador. Así nació Desde el aguardo (2014), uno de mis libros, una aproximación a la evolución y repercusiones de la caza a través del tiempo, que al final se detiene en la historia cinegética de Valverde.

Aprendí mucho. Descubrí un mundo desconocido. En sus orígenes la caza es consustancial al hombre y su prosperidad está ligada al desarrollo de nuevas armas y estrategias para obtener carne, aunque su función fuera cambiando dependiendo de cada época de nuestra civilización. Ahora, la caza es pura diversión. Un deporte, dicen.

Pasé horas hablando con cazadores mayores, todos amantes de la Naturaleza y los animales. No es una contradicción. Me narraron pasajes de aquella caza de supervivencia de antaño, con viejas y precarias armas en la que el animal, si era más astuto que el cazador o este erraba el tiro -solo había una oportunidad, quizá dos- el animal tenía escapatoria. Una partida entre la astucia y el hambre, jugada furtivamente. El cazador también tenía que esconderse de la Guardia Civil.

A la vera El Moralejo

a cazar un día fui yo

y en vez de salí un conejo,

la Guardia Civil salió

y casi pierdo el pellejo.

Siempre hablaban de caza menor -la liebre, el conejo, la perdiz…- y del otro componente del equipo: el perro, fundamental, inseparable, cómplice de mil historias y fuente de cariño. Para lanzarse a la caza mayor, a por un jabato que era lo que había antes, tenían que descubrir el encame, juntarse ocho o diez, ir con burros y mulos para poder traerse la pieza. Un enorme éxito que corría de boca en boca por todo el pueblo.

En el último cuarto del siglo XX se dejó de sembrar y se abandonaron los campos. El jabato encontró espacio y amparo. Se inició una repoblación animal de ciervos y venados. Tanta protección se les dio que las cabañas se extendieron por todas partes. Ocasionaban accidentes de tráfico al cruzar las carreteras, se comían los brotes tiernos de las plantaciones de árboles, arruinaban la caza menor… 


Las asociaciones de monteros proliferaron por todas partes y se articuló una estructura perfectamente organizada para tener reunidos socialmente a sus miembros del club durante todo el año. Se crearon reservas para cuidar y alimentar los animales en los meses de verano y, en general, se vislumbró una alternativa de obtener algún rendimiento al campo, revitalizar el ámbito rural y así se fue montando un negocio de repercusiones económicas imparables. Puestos de trabajo, hoteles rurales, fincas destinadas a la cinegética, puestos que cuestan un pastizal, mataderos de carne de caza, licencias de armas, seguros, rehalas…


En estas monterías de cada fin de semana delimitan 500 hectáreas, se establecen los puestos a los que los animales serán conducidos por las rehalas y rifles de precisión con miras telescópicas se encargan de que no quede un animal vivo en la mancha. Luego, al mediodía, comida, guitarra y bebida.

La caza, en conjunto, para mucha gente, es una pasión. Hay quien vive todo el año esperando el momento en el que se abre la veda. Para la caza mayor, este año, el próximo fin de semana.

Muchos de los valores tradicionales que encierra la caza, se pueden entresacar de estos hermosos Fandangos de Cacería de Manuel Pareja Obregón. Escúchalos.





MIENTRAS TE CANTO UNA COPLILLA (23) El mes del rosario


La Virgen del Rosario es una advocación cristiana que se celebra el 7 de octubre. El nombre proviene de la aparición de la Virgen a Santo Domingo de Guzmán a principios del siglo XIII. En la aparición la Virgen llevaba un rosario en sus manos, que enseñó a rezar al santo encomendándole que extendiera su práctica por la cristiandad.

En el siglo XIX León XIII (pontífice entre 1878-1903), apodado el Papa del Rosario por su devoción a esta advocación, escribió unas encíclicas al rosario y le consagró el mes de octubre a la Virgen. Así, el hábito ya asentado de rezar el Rosario a la Aurora, tuvo un gran impulso y se extendió por las comunidades cristianas en muchos pueblos y, coincidiendo con las novenas a la Virgen del Rosario, se salía de madrugada, se rezaba el rosario y luego se entonaban unas canciones, al son de campanilla y otros instrumentos musicales.

La tradición de cantar antes del alba, era habitual en los pueblos de Andalucía. José Blanco White, en “Cartas de España” (1821-22), recoge:

 “Existe en nuestros pueblos la antigua costumbre de despertar a los trabajadores antes del alba para que tengan tiempo suficiente de prepararse para sus labores (…) Un hombre de buena voz, activo, sobrio y amigo de madrugar (…) recorre las calles una hora antes del alba llamando a las puertas de los que van a asistir al rosario invitándolos a dejar el lecho y reunirse para alabar a la Madre de Dios. La invitación se hace con coplas breves cantadas con una melodía muy sencilla acompañadas por el bello y variado sonido de una esquila que marca el compás”.

La conjunción de folclore y religiosidad popular, toma cuerpo en esas coplas del rosario y los tradicionales campanilleros, que en los años veinte del siglo pasado la Niña de la Puebla popularizó. En los campos de mi Andalucía los campanilleros por la madrugá…

Aunque actualmente la Virgen de Rosario es patrona de muchos pueblos de España y su culto está muy extendido por toda Sudamérica, la tradición de rezar el Rosario de la Aurora ha caído en desuso y solo lo mantienen reducidas comunidades cristianas. En algunos pueblos de Andalucía se decantaron temas folclóricos mezcla del rezo del rosario y esas coplas de la aurora de las que nos da cuenta José Blanco White. Una mixtión de canto y rezo al alba.

Uno de esos lugares es Minas de Riotinto (Huelva), donde se ha mantenido la tradición del canto de La Esquila ligado a la celebración de la Virgen de Rosario, proclamada patrona de la localidad en 1959. Cantan allí al son de la esquila, que da nombre a esta tradición, y violines, laudes y guitarras estas hermosas y genuinas coplas.



miércoles, 30 de septiembre de 2020

MIENTRAS TECANTO UNA COPLILLA (22) Puede que sí, puede que no...

 


Dicen que el otoño apunta a seco. Eso dicen. Aunque estos días el cielo se muestre teñido de ceniza y salpicado de nubes. ¿Viste qué maravilla de formas y tonos grises? Amenazan agua que luego cae, o no. En Valverde no ha llovido, pero en Encinasola el otro día hubo zonas que se inundaron. No sé si llovió mucho o las alcantarillas no estaban preparadas. O quizá sea que tenemos enfadada a la atmósfera –esta es una expresión que utilizaba mi padre; la escribo e, inconscientemente consciente, de forma autómata, sonrío con su recuerdo-. Ahora cuando llueve lo hace así, sin orden, a degüello. Supongo que la atmósfera estará enfadada. No sé.


Es tiempo de sembrar: en aguas primeras siembra lo que quieras, que reza el refrán. Otros dicen:

La otoñada verdadera, por San Mateo las aguas primeras.

El otoño verdadero, por San Miguel el primer aguacero.

Otoñada segura, San Francisco la procura.

San Mateo es el 21 y San Miguel el 29 de septiembre; San Francisco de Borja, el 3 de octubre. Este otro dicho amplia el marco:

Si en septiembre ves llover, otoño seguro es.

Luego lloverá, que es lo que toca, o no. Porque dicen que el otoño apunta a seco. No sé. Puede que en unos sitios llueva y en otros no. El tiempo es como el refranero. Hay que saber entenderlo, situarlo. A veces queremos aplicar refranes de la Castilla profunda a nuestro particular sur. Y no funciona.

La luz, los días, ya se ven menguar. Se van acortando y empieza a oscurecer cada vez más temprano. Ya mismo llegará lo del cambio de hora. Que unos dirán que es bueno y otros que malo. No sé.

Cuando a las seis veas oscurecer, otoño seguro es.

Más certeros son estos:

En otoño y en invierno, tiemble el enfermo.

Otoño e invierno, malas estaciones para los viejos.

El otoño siempre viene acompañado de resfriados, enfriamientos... Lo propio del tiempo. Y no está el horno pa bollos, que dice otro refrán. Estén en el norte, en el centro o en el sur, con esto del COVID, para los mayores, no hace falta que sea otoño. Quizá peor que la estación del año sea estar o no en una residencia... No sé.

Tampoco sé si con la jubilación se inicia el otoño vital. Aún no lo sé. Por lo pronto voy bien. Pero el COVID lo cubre todo con un espeso manto, que puede esconder, camuflar, muchas cosas. No sé. Puede que sí, puede que no...

Rehuso hablar de la actualidad política, social, laboral, educativa, económica, cultural... ¿Qué decir? El otro día encontré esto en Facebook y, visto como está el patio, me pareció una buena reflexión.





MIENTRAS TE CANTO UNA COPLILLA (21) Huelva y Sevilla

 


El Reino de Sevilla -una jurisdicción territorial de la Corona de Castilla- lo formaban las tierras de las actuales provincias de Sevilla, Huelva, Cádiz, la depresión de Antequera y algunos pueblos del sur de Badajoz. En 1833 se suprimió el Reino de Sevilla y se conformó la estructura provincial que aún se mantiene.

La provincia de Huelva siempre fue dependiente de Sevilla y en ella no surgió –probablemente tampoco se promocionó- ningún núcleo urbano con influencia y poderío para emerger y rivalizar. Tal es así que cuando se creó la actual estructura provincial compitieron con Huelva, por la capitalidad, varias poblaciones como Moguer, Trigueros, Gibraleón o Palos de la Frontera, todas de características similares en cuanto a demografía.

Son muchos los ejemplos que se pueden poner referidos a la dependencia de Huelva respecto a Sevilla. Significativo y objetivo es que el Obispado de Huelva no se creara hasta 1953, desmembrándose de la Archidiócesis de Sevilla. Más cercano es el ejemplo de la Universidad, que no se creó hasta hace poco más de treinta años. Antes de esta fecha, salvo Magisterio y algunas especialidades de Peritaje ligadas al Polo Químico y Minas, cualquier otro estudio universitario había que estudiarlo en Sevilla. Este fue mi caso, como el de casi toda mi generación y las anteriores. Y le estoy muy agradecido y amo, quiero y defiendo a Sevilla.

Y a Huelva, claro. La de los hitos históricos, bellezas naturales y riqueza gastronómica; la agrícola, la ganadera, la marinera; la de las tres carabelas, Colón y América; la del cobre y los ingleses; la de la Virgen del Rocío y todas sus romerías;  la del Recreativo de Huelva; la de la costa, sierra, minería y ríos de colores; la de La Raya; la de la Gruta de las Maravillas, Doñana y playas de ensueño; la de las gambas, chocos, gurumelos, fresas, frambuesa, arándanos y moras; la de la castaña y el corcho; la del mejor jamón; la de la religiosidad popular; la de Platero y Juan Ramón Jiménez; la del fandango y las danzas…

Y así canta Huelva a Sevilla.


¡Qué grande es este Manuel Carrasco!


MIENTRAS TE CANTO UNA COPLILLA (20) Virgen de Roca-Amador y Reposo.

 Pasado agosto, con septiembre en curso, se inicia un nuevo ciclo. Agrícola y festivo. En el festivo, primero con las vírgenes (el día 8 de septiembre es conocido como el día de las Diez Mil Vírgenes) y luego las ferias de ganado que, desde el siglo XVIII y algunas incluso antes, se celebran por todas partes.

Septiembre fiestero que empieza por Santa Raquel y termina con San Miguel.

En este caso el refranero aprovecha las rimas: Santa Raquel es el 2 y San Miguel el 29 de septiembre. Por las fechas, más exacto es este otro aunque no concrete por dónde han de llegar las desgracias:

Del mes que entra con abad y sale con fraile, Dios nos guarde.

Abad San Gil el 1 y fraile San Jerónimo el 30 de septiembre.

En el entorno de Encinasola –que dada la benevolencia de las comunicaciones siempre miró más hacia Extremadura que hacia la Sierra de Huelva- a la finalización de la feria de Higuera la Real seguía la marocha, luego la de Fregenal de la Sierra y, poco después, próxima al veranillo del membrillo, dejando atrás San Miguel, se remataba con la gran Feria de Zafra. Ganado y tenderetes con utensilios, semillas y telas, iban de feria en feria. Alrededor de cada una, títeres, marionetas, representaciones cómicas, carromatos con atracciones, hombres embaucadores y otros entretenimientos, desfilaban de pueblo en pueblo.

De antiguo, la festividad de la Virgen de Roca-Amador de Encinasola siempre se celebró el 8 de septiembre y la Virgen del Reposo, patrona de Valverde, el 12. Pero en los últimos años las ferias y fiestas han sufrido una enorme transformación en el ámbito rural y sus hermandades se han visto obligadas a acomodar las fechas al fin de semana más próximo. En la misma medida, las ferias han también han adaptado sus fechas a los fines de semana. Otra tara para el ámbito rural que se ve obligado a renunciar a los días señalados por la tradición, vendiendo el sentido religioso y el asiento de la tradición, por la diversión y el realce de la función económica que toda fiesta entraña. Una cuestión de supervivencia.

Por estas causas, tanto la Virgen de Roca-Amador como la Virgen del Reposo hubieran procesionado hoy sábado 12 por las calles de sus poblaciones. Curiosamente, en el caso de la Virgen del Reposo hubiera coincidido este sábado con la antigua fecha. Pero de nuevo el COVID-19 se hace presente arruinando la ilusión de sus hermandades, fieles y las gentes de Encinasola y Valverde del Camino.

Yo, con el corazón repartido, dedico hay una coplilla a cada una de Ellas.

A la Virgen del Reposo, esta sevillana tradicional la recogí en Dicen que Valverde tiene… (2010):



Siempre procuro una música especial. Hoy la hermosa Marcha de la Virgen de Roca-Amador, del más insigne de los marochos de los últimos tiempos: Abel Moreno Gómez, con el que el pueblo de Encinasola estará siempre en deuda.