lunes, 26 de abril de 2021

210226_12 Cuaderno de notas. Desde mi ventana.


Por la ventana entra aire puro que ventila la estancia. Los rayos de luz, ora hialinos, ora turbios, esconden sueños de colores y paisajes encantados en los que las piedras fueron colocadas de tal forma, que su belleza me atrapa.

Miro hacia fuera y no encuentro a toda la gente con la que me gustaría compartir. Ni veo los lugares embrujados por los que ahora quisiera perderme... Pero están aquí, en mi alma, atrapados eternamente. Ya lo decía Alfonsina Storni:

Por las ventanas
abiertas
el mar florece
su campo de nomeolvides.



 

210203_11 Cuaderno de notas. Aquella Andalucía.


Hoy, 23 de febrero, nos llega todo un arsenal de noticias recordándonos que hace cuarenta años hubo un intento de golpe de Estado. Se venía de tiempos convulsos y muy difíciles. 

Ahora, en la antesala del Día de Andalucía, quiero recordar también que, casi un año antes, el 28 de febrero de 1980, se hizo el referéndum de consulta para acceder a la autonomía a través del artículo 151 de la Constitución. La Constitución de 1978.


Esos años los viví como estudiante universitario en Sevilla. La Universidad, los jóvenes, hervían. Mucha tensión.

Hoy se asomó a mi memoria la música con la que en 1978 retrataba Pepe Suero a Andalucía. Ha llovido.




210220_10 Cuaderno de notas. Realidades absurdas.

 Hoy me he liado. Verás: pensé hablarte de gurumelos, pero revisando el histórico de mi web he visto que ya escribí en abril de 2013 y luego en marzo de 2017. Si te interesa, pincha en los enlaces. 

Pero las cosas vienen como vienen y, al final, uno de los ingredientes de este guiso es el gurumelo, porque hoy el día ha venido rebozado en realidades absurdas.

Como días atrás, en cuanto puse la radio los informativos daban cuenta de los incidentes de anoche en distintas ciudades españolas por la defensa de la libertad de expresión. 

¿Incidentes? ¿Libertad de expresión? No, sabes que estos términos son tibios e inexactos. Lo que está sucediendo es salvaje, terrorífico, espantoso, propio de bárbaros y fuera de toda razón. Y, lo peor de todo, no son fruto de circunstancias coyunturales; se han convertido en endémicos y cuentan con una perfecta organización.

Paseo mientras reflexiono sobre la situación.

Tras cuarenta años dedicado a la docencia, me pregunto en qué medida he contribuido yo a formar a algunos energúmenos de este calibre; qué ha hecho mi generación para engendrar tanta fiera malnacida; cómo nuestra grandilocuente Democracia no ha sabido establecer leyes para vacunarse de esta chusma; cómo no fuimos capaces de elegir a gobernantes que, simplemente, defendieran a la gente normal...  ¿En qué nos hemos equivocado? 

Luego, veo cómo la nave de la misión "Perseverance" de la NASA llega a Marte en busca de rastros de vida. Grandioso, colosal. Propio del Homo Sapiens. Aunque, pensándolo bien, quizá sea una misión incompleta. Le faltó cargar en la nave al perverso rapero y sus violentos secuaces y que se quedaran en Marte una larga temporada antes de regresar.

Ya te dije que el día vino cargado de rarezas. El remate de la mañana llegó cuando salí al patio y me encontré asomando en el césped un mato de gurumelos. Ya te dije que el día vino disparatado.

¿No te lo crees? Mira la foto.

¿Será verdad que la vida es un Cambalache, como dice Carlos Gardel?

https://www.youtube.com/watch?v=SvMcaSgiMro

 

 

210213_09 Cuaderno de notas. A la puerta de Doña Cuaresma.

 ¿Dónde andará Don Carnal / que le pilla la Cuaresma?

Ni ella es ya la misma / ni él conserva su sal:

anda una en menoscabo / y el otro sin verse el rabo.

El Carnaval viene de antiguo. Hay antecedentes que sitúan su origen en la Grecia Antigua, donde se hacían desfiles de barcos tripulados por personas disfrazadas que cantaban canciones satíricas, y luego pasó a la Roma Imperial con las saturnalias y el carrum naveli, fiestas que celebraban cada cinco de marzo como preámbulo a la temporada de navegación. Con el tiempo, se extendió por Europa y todas partes. 

Entre Roma, cuando era ombligo del mundo, y el emergente cristianismo, fueron conformando una fiesta que con origen y espíritu pagano se perpetuó como contrapeso de la Cuaresma. Roma se convirtió en el centro del Carnaval a la que después siguieron otras ciudades italianas como Venecia, Florencia, Milán o Nápoles. Luego se extendió a Francia, Alemania, Suiza…

En España los festejos carnavalescos tuvieron gran auge durante el periodo medieval en los territorios dominados por los musulmanes. Durante la Reconquista, a medida que el cristianismo avanzó, tuvo una consideración desigual.

Una referencia importante de su existencia se registra en el Libro de Buen Amor (1330). En él, el Arcipreste de Hita recoge la simbólica lucha que sostiene Don Carnal con Doña Cuaresma: el uno con sus huestes guerreras compuestas por toda clase de aves -animales de corral de sabrosas carnes-, y la otra respaldada por pescados y verduras. La batalla la gana en principio Doña Cuaresma el “miércoles corvillo”, pero tras cuarenta días de “prisión y penitencia”, don Carnal resurge y destierra a doña Cuaresma que

El Viernes de Indulgencias vistióse una esclavina,

gran sombrero redondo, mucha concha marina,

bordón lleno de imágenes, en él la palma fina,

esportilla y rosario, cual buena peregrina.  

Esta alegoría de la pluma del Arcipreste de Hita se refiere sólo a las prohibiciones de comida impuestas por la Iglesia durante la Cuaresma, aunque sin dar detalles sobre la fiesta carnavalesca. Pero da fe de su existencia y del posicionamiento enfrentado entre los goces del pueblo y las limitaciones religiosas.

Con el paso del tiempo se constata que en España ha sido una fiesta intermitente debido a sus reiteradas prohibiciones: Carlos I la prohibió; durante el reinado de Felipe IV fue permitida y tuvo gran auge; su hijo, Felipe V, volvió a desterrarla; Carlos III la autorizó y durante su reinado se introdujo la máscara y el disfraz, proveniente de Francia; Fernando VII no lo permitió por las calles, reduciéndolo al interior de las casas; la Reina María Cristina, durante su regencia, lo restituyó alcanzando gran majestuosidad y esplendor; Franco volvió a prohibirlo en 1937; y, actualmente, de la mano de la Democracia, se volvió a recuperar.

Como toda fiesta, cada estrato social lo vive de forma diferente. Para la sociedad burguesa y las clases pudientes, el Carnaval evolucionó hacia fastuosos bailes públicos y privados con elegantes disfraces, juegos amorosos y refinadas maneras.

Para las clases sociales bajas, derivó hacia un deambular callejero, ir de un lado a otro con la espontaneidad y marcha bullanguera propia de la fiesta, con desfiles callejeros acompañados normalmente por banda de música o personas que tocaban algún instrumento ruidoso.

El ocultamiento tras un disfraz, el circular libremente, la licencia de horarios y recrear públicamente críticas a la sociedad, políticos y autoridades, eran elementos suficientes para garantizar el éxito del Carnaval entre las clases populares.

Pero para unos y otros tenía el Carnaval elementos comunes que resultan determinantes para entender la profundidad de esta fiesta: su espíritu y el papel de la mujer.

Al margen del corpus, el antecedente matriz del carnaval, su espíritu, sus entrañas, es consustancial al hombre. Ahondando en su origen se constata su presencia en distintas culturas y geografías. Porque en el espíritu del Carnaval aparece el instinto que lleva al individuo a la desinhibición de la formalidad, a la libertad absoluta para el desvío, a la transgresión y promiscuidad, a romper el orden social. Pero, además, con la particularidad de compartir este privilegio individual con la gente que te rodea y convertirlo en una manifestación colectiva.

Para la mujer era la gran fiesta, la que le permitía sentirse libre, sin cadenas ni ataduras. Durante los días de carnaval abandonaban el segundo plano al que siempre han estado relegadas y acaparaban el protagonismo. Dejaban las labores, diseñaban su disfraz, confeccionaban sus trajes para estar guapas y lucirse hermosas. Una coplilla de Aldeacentenera (Cáceres) dice:

Ya salen las casaditas, / ya salen de sus rincones;

ocultas tras el disfraz / a robar los corazones.

Diversión sin límite que Mariano José de Larra, en un artículo de 1833 dedicado al Carnaval, relata así: “(…) Algunas madres, sí, buscaban a sus hijas, y algunos maridos a sus mujeres; pero ni una sola hija buscaba a su madre, ni una sola mujer a su marido.”  

El Carnaval, en definitiva, se trata de una fiesta que por su arraigo popular, por contar con la activa participación de las clases sociales menos favorecidas, por la carencia de reglamentación y sus características de espontaneidad y bullicio, se ha visto sometido a continuas agresiones por parte de los gobernantes, porque era una de las manifestaciones populares que mejor reflejaba la situación social y política de cada momento.

De ahí que unos gobernantes lo entendieron como una forma de reforzar el orden establecido y otros como una reivindicación colectiva capaz de generar cambios radicales en la sociedad. Los primeros lo vieron como una válvula de seguridad, una forma de canalizar los conflictos sociales haciendo creer a las clases bajas que estaban liberadas -siquiera por unos días-, y lo permitieron; los segundos, lo visualizaron como una ocasión para el inicio de motines y sublevaciones, una oportunidad para el reagrupamiento de los desheredados, una amenaza, y lo prohibieron.

Con el tiempo, el Carnaval ha vagado deteriorándose de siglo en siglo; unos con la prohibición y otros normalizándolo con reglas -a fin de cuentas, limitaciones-, que han quemando sus entrañas y ahora ya don Carnal se presenta irreconocible.

Manuel Garrido Palacios lo retrata así: “Esto de hoy –no digamos lo de mañana- parece responder a una canción recogida no sé donde, eco suelto del viejo Carnaval que vagaba errante de siglo en siglo:

¿Qué habrá sido de mi fuego

que por más que muevo el ascua

sólo cenizas encuentro?”

https://www.youtube.com/watch?v=0nBFWzpWXuM

210210_08 Cuaderno de notas. Los cacos y las pegas.

 De antiguo en Encinasola, desde el 20 de enero que se iniciaban Las Correderitas, de día en día, a medida que se iba acercando el Carnaval aparecía el tono satírico y se creaban canciones cuyas letras recogían los acontecimientos del último año. La mayoría de las pandillas abandonaban el lugar habitual de reunión y se iban desplazando por las calles, cantando y bailando. Se formaban las comparsas, las murgas...

 
Hacia 1900. Encinasola. Vista de la calle Juan Velasco.

La evolución de La Correderita al Carnaval suponía una transformación de dos modos festivos diferentes. Se iniciaba como la fiesta del amor, la alegría, la ternura e inocente gozo, para culminar en la de la mascarada, jolgorio y bullicio.

Durante este periodo transitorio, dos costumbres discurrían paralelamente hasta desembocar en el Carnaval: los cacos y las pegas.

Los cacos eran bromas que consistían en tirar en las casas de los demás algún tipo de objeto o materia que provocase la ira de sus ocupantes. Normalmente eran niños que, en grupo, amparados en el anonimato y la oscuridad de la noche, abrían la puerta de la casa elegida y, tras tirar dentro cualquier cosa que irritara a sus habitantes (bombillas, botellas llenas de ceniza…) gritaban “caco”, y corrían a ocultarse y a esperar la reacción. Carreras, griterío, burlas... La broma -por nombrarla de forma generosa-, cuando se repetía varias veces en la misma casa, conseguía enfurecer a los dueños de forma insospechada. Claro que, cuanto mayor era el enfado y la crispación causada, mayor el regocijo y diversión de los niños, que ya se cuidaban de que no se les cogiera.

Me contaba la gente mayor que esta costumbre marocha fue prácticamente erradicada a partir de 1937. Luego, durante los años sesenta del siglo XX, reapareció hasta desvanecerse definitivamente. Por suerte.

La pegas -quizá la versión femenina de los cacos- eran bromas similares, pero muy diferentes: no se ensuciaban las paredes, ni el suelo, ni los enseres próximos a la entrada. Consistían en vociferar en la puerta de la casa señalada un ripio, una expresión que pretendía molestar y ofender, pero sin mucho fundamento. Unas se repetían cada año y otras se creaban para la ocasión. Vamos con algunas de ellas.

Esta primera se dirigía a mujeres que tras varios años de matrimonio aún no tenían hijos:

Tienes pasito corto: se te nota en el andar;

no tienes hijos porque estás amachorrá.

 Ésta, donde había solteronas:

¿Qué coño pasa en esta casa, que ninguna puta se casa?

Otra, después de llamar a la puerta de la casa:

- ¿Quién es?
- Menea el culo y ven a ver.

O ésta otra:

- ¿Se puede?
- Adelante.
- ¿La camisa de usted tiene volantes? ¿Y los calzoncillos de su marido, tienen tirantes?

En la antesala del noviazgo, con la intención de despertar la incertidumbre en los padres de la moza, la pega podía ser:

“Aunque comas pan y pasas, con Juanito no te casas.”

Las pegas se improvisaban, surgían de la ocurrencia del momento y en la mayoría de los casos eran personales. Si resultaban certeras, molestaban a unos y gustaban a otros, corrían de boca en boca.
Una más:

Tú gorda y tu marido delgao: ¡pum pum bacalao!.

Y así, entre las canciones de Las Correderitas, amoríos, cacos, pegas y la preparación de las murgas y disfraces, se iba preparando en Encinasola el Carnaval.

Tras esta parrafada -que a muchas personas no interesará lo más mínimo y a otras sí- y suponiendo que llegaste leyendo hasta aquí -soy consciente de que me atribuyo el beneficio de la duda, con poco fundamento-, te dejo con Jarcha y su Carnavalito.

https://www.youtube.com/watch?v=wPrreXfdexQ

210205_07 Cuaderno de notas. Invierno.

 Ellos no tienen nada que ver con que el día haya amanecido gris, lluvioso y propicio al ensimis-mamiento. Como cada mañana, estaban desayunando las pocas aceitunas que aún le quedan al olivo, mientras interpretaban el diario concierto, único e irrepetible, con el que me complacen cada mañana cuando levanto la persiana de la cocina.



Ya te hablé en otras ocasiones de la pareja de mirlos de mi jardín. Este año son más. He llegado a contar hasta ocho ejemplares picoteando en las ramas del olivo. No han ocupado el nido del año pasado, ahora anidan en las altas palmeras del vecino. Pero siguen teniendo el jardín como territorio propio. Van y vienen, jugueteando por todas partes. 

El día ha salido como esos de invierno  que recuerdo de mi niñez y ya pocas veces se dan: lluvia mansa de la que mantiene entretenida a las canales, fondo verde difuminado por la lluvia, cielo gris apacible... Armonía invernal.

He encendido la candela. Sin prisa y, luego, he coqueteado con las llamas. Aquí sentado, pareciera que el mundo anda en paz. Y no es así. Pero yo, hoy, he decidido buscar mi paz.

He dudado qué música escuchar y a qué lectura entregarme. Nada más entrar en la biblioteca he sentido la noble sonrisa de Machado. Sus cantares y poemas forman parte de mi equipaje.

Me he sentado frente a la candela y me he dejado llevar.  

No era fácil seleccionar la música ¿Qué puede mejorar la melodía de la lluvia? A pesar de ello, de fondo sonaba el LP que Serrat dedicó a Machado.

https://www.youtube.com/watch?v=y9hEBq0zeyk

¡Ah! Y hemos temado una decisión importante: hoy comeremos migas. Con todos sus apaños.

210130_06 Cuaderno de notas. Al son de los buñuelos.

En estos tiempos, con la situación que tenemos encima, no es fácil escribir. Mucho que decir, pero difícil que ayude a levantar el ánimo. Y aquí estoy, dudando entre darte una bofetada de realidad o abrigarte el corazón invitándote a bailar mientras comemos unos buñuelos.

Estamos saturados de augurios negros y, quiero pensar, que tú también prefieres buñuelos.

Mañana el baile en mi choza / mi madre va a hacer buñuelos,

eso dicen las muchachas / del Guijo y Raboconejo.

Es receta antigua. Solo hay que ver sus ingredientes -los básicos son harina, agua, leche y huevo- para situarlos en la cocina mediterránea. Catón el Viejo -un romano del siglo II- incluía una receta de buñuelos en su libro De Agri Cultura, en la que también añadía queso y proponía untarlos con miel y semillas de amapola para servirlos.

Los que hacen en Caballón -es decir, al estilo tradicional de Valverde del Camino- son peculiares. No son redondos, de viento, sino aplanados cual tortilla aunque se cuelen algunas burbujas de aire.

Aldea de Caballón (Niebla) Aldea de Caballón (Niebla)[/caption]

De antiguo, como dice la seguidilla, las madres o las abuelas hacían los buñuelos para animar el estómago durante los bailes de las chozas que hacían en el Guijo, Raboconejo, Caballón, Candón, o cualquiera de las aldeas que fundaron y ocuparon aquellos intrépidos valverdeños en los Baldíos de Niebla. O en la encalada choza de la Marta, que reza la copla

En la choza de la Marta / se canta y se baila bien

pero hay que tener cuidado / con no esconchá la paré.

Los hombres andaban toda la semana dispersos por cualquier rincón de los Baldíos afanados en las labores agrícolas y ganaderas, pero, el domingo, tocaba baile. Acudían como abejas a la flor. Daba igual en qué choza. El baile, era el único entretenimiento, el que propiciaba el encuentro para que funcionara la fragua de Cupido.

Yo no tengo mis amores / ni en Candón ni en la Peñuela;

los tengo en Raboconejo / en una cara morena.

La seguidilla castellana visitó Sevilla, se aclimató, la invitaron a quedarse y la hicieron suya. Así surgieron esas sevillanas antiguas, bailables, que se fueron extendiendo por toda la tierra llana del reino a través de los intercambios comerciales, fiestas, ferias, romerías...  Y así llegaron a estos lugares perdidos de los Baldíos de Niebla y Valverde, donde siempre habitó la alegría, el amor y el gusto musical.


De todas las mujeres / que están presentes 

la que a mí más me gusta / la tengo enfrente.

Me he equivocao; / la que a mi más me gusta / la tengo al lao.

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Míralá cara a cara, / mírala tonto:

tú te mueres por ella / y ella por otro.

¡Cuánto te quiero!  /  Poquito por si acaso  /   me olvidas luego.

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Con la luz del cigarro / voy a tu choza;

se me apagó el cigarro / perdí la trocha.

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Quiéreme que tengo cabras / y también tengo cochinos

y en la Fuente de la Corcha / tengo colmenas y olivos.

Cuando investigaba para el libro A compás de palmas (Sevillanas tradicionales de Valverde del Camino), la gente mayor me cantaron muchas de estas sevillanas, pero ahora no tengo a manos las grabaciones. Otro día te las pongo. Hoy, te dejo con esta sevillana suelta, despicada, una pincelada que el maestro Manuel Pareja Obregón dedicó a Los baldíos. Sujétate los pies, no salgan a bailar.

https://www.youtube.com/watch?v=px2yR1U_728

 

210123_05 Cuaderno de notas. Amistad.

Tocan a arrebato, a encuentro, y acudimos sin dudar un instante. Pasa siempre que convoca alguien con liderazgo emocional, con capacidad para disponer las velas de nuestros corazones en la dirección que soplan las rachas de viento favorable. El remate lo pone la causa, la persona con la que todos hemos ido estableciendo cordones umbilicales de esos invisibles, que no se ven, pero que están.

Y así, sin más, nos encontramos celebrando, virtualmente, un cumpleaños. Ana, Consuelo, Francisco, Lola, Rosario, Eladio, María, Elena, Nazaret… ¡Qué gente, por Dios! Cómo roban sonrisas, como alegran con su simple presencia.



Claro, cuando ella entró en escena, ajena a la reunión y al motivo, y sus oídos rebosaron con los sones del "Cumpleaños feliz..." que todos cantábamos desde la pantalla de un ordenador, apareció en su cara la sorpresa, la alegría y la satisfacción de sentirse acompañada y querida. Ella que es de las que siempre tienen magia en sus palabras, una sonrisa que ofrecer y la bondad por bandera, solo podía contar con nuestro cariño e incondicionalidad.

Me encantó, nos encantó a todos, el rato que compartimos. Felicidades, Pepi y gracias por propiciar este breve, pero sustancial encuentro.



Esto pasa mucho entre los docentes: en cuanto nos juntamos cuatro, acabamos hablando de nuestras cosas. Entre ellas las matemáticas.

Y tú ¿cómo andas de aritmética?



Amistad indeleble, atemporal.

https://www.youtube.com/watch?v=iKVcUh_dXdM

 

210120_04 Cuaderno de notas. Entre la angustia y la esperanza.

 Llevo unos días con un rumrrúm en la cabeza que no para. Cuando le parece aflora y me sorprendo cantando

"A la Correderita / me voy que vuelo..."

Creo que es el calendario interior que todos llevamos dentro, el que nos marca los momentos clave -unos duros y otros plácidos- de nuestra vida, aquellos que nos dejaron huella. Unos desearíamos que jamás hubieran ocurrido; otros, nos gustaría repetirlos. Ese almanaque personal, tiene marcada esta fecha. Aparece y me reclama

"...porque me están llamando / con un pañuelo / y ¡Adiós, adiós!


 

20 de enero, San Sebastián Caballero. Lo normal sería que nos reuniéramos para cantar Las Correderitas tras comernos unas migas y compartir un rato de regocijo e intimidad colectiva, como en años anteriores.

Pero este año no toca. No está el horno pa bollos. Encinasola se debate entre la angustia y la esperanza -más o menos como toda España- por esta situación perversa y canalla que ha traído el COVID y sus colaboradores, esos desaprensivos que aún no aprendieron -a lo mejor ya sí, ojalá- qué es lo importante y qué va después.


No recuerdo dónde leí o escuché que el verdadero hogar de una persona, en vida, es donde están sus recuerdos. Podría ponerle a esta idea muchas matizaciones, pero encierra una certeza que me lleva, aún sin estar allí, a vagar por las vacías calles de Encinasola, imaginando que me paro a hablar con su gente -mi gente- que, ahora, atenazada por la incertidumbre, la desolación y el miedo, permanece en sus casas protegiéndose y combatiendo contra este enemigo invisible.

Este año no cantaremos Las Correderitas, ni nos cogeremos de la mano, en corro, girando lentamente, mientras nos sentimos portadores del legado cultural de nuestros mayores. Pero ten por seguro que el próximo nos volveremos a reunir y a redimir esencia de nuestras raíces. Pon todo de tu parte. Aguanta el tirón. Tenemos que resistir. Mientras tanto, espero que estos vídeos te ayuden un ratito.