martes, 28 de junio de 2016

Al Pilar de Valverde...

Es hermosa. Y alegre. La mujer valverdeña, es hermosa y alegre. 
En 1901 el periódico El Liberal de Sevilla [1], por entonces dirigido por el escritor de la tierra José Nogales [2], recoge el artículo de Manuel Pérez Valverde del Camino. Impresiones de un viaje. La Feria. Progresos de un pueblo. En él, describe así su llegada y estancia una noche de feria:
"Serían las cuatro de la madrugada del próximo pasado jueves, cuando el tren que me conducía paraba en la estación de Valverde del Camino. (…) El real de la feria, asentado en un gran llano que desde la estación se divisa [3], (…). Allá fui, allá fuimos todos y pronto las primeras copas (…) dejaron sentir sus efectos. Se sirvieron unas y otras y comenzó la fiesta; una juerga puramente valverdeña. Apareció una guitarra no sé cómo ni por dónde y a sus acordes los valverdeños cantaron, dando así rienda suelta a una afición muy arraigada en ellos. (…) Había ya mujeres en buen número y el baile se imponía. Se hizo corro, salieron al aire las castañuelas y comenzó el baile. (…) En aquel baile y en muchos otros después, mil veces oí la popularísima seguidilla
VALVERDE DEL CAMINO
TIENE LA FAMA,
DE LAS MUJERES GUAPAS
QUE HAY EN ESPAÑA. 
Mil veces se cantó con gran gusto de los forasteros que la oían, para quienes esta copla encierra una gran verdad. (…)”
Así, no me extraña que la gente viniera a Valverde y cantara:
AL PILAR DE VALVERDE
VOY A DAR AGUA
POR VER LAS VALVERDEÑAS
TOCAR LAS PALMAS;
VOY AL RONQUILLO
POR VER LAS RONQUILLERAS
TOCAR PALILLOS.
El otro día, rebuscando en los archivos, vine a dar con material que elaboré para la presentación del libro A compás de palmas (sevillanas tradicionales de Valverde del Camino), en 2011. Para el acto, que se realizó en el Teatro Puerta del Andévalo, preparé una serie de vídeos, con distintas muestras de sevillanas valverdeñas. Uno de ellos presentaba esta famosa sevillana que grabaron en 1960 los Hermanos Toronjo y que hoy quiero compartir:

Es hermosa. Y alegre. La mujer valverdeña, es hermosa y alegre.

[1] Edición del 24 de agosto.

[2] José Nogales (Valverde21/10/1860 - Madrid7/12/1908). Nació en Valverde, donde su padre Manuel Nogales López, ejercía como escribano público. Periodista y escritor. Pasó parte de su infancia en Aracena. Estudió en Sevilla la carrera de Derecho y empezó a ejercer la profesión en Huelva, donde pronto se dio a conocer como político  y periodista. Su posicionamiento en contra del Gobernador de Huelva, de la Compañía de Riotinto y la actuación de las fuerzas armadas en Minas de Riotinto en los trágicos acontecimientos del 4 de febrero de 1888 (“año de los tiros”) le condenaron al ostracismo. Luego trabajó para el Ayuntamiento de Niebla, San Juan del Puerto y como bibliotecario de la Diputación Provincial de Huelva. Tras ganar un premio nacional con el cuento Las tres cosas del Tío Juan, adquirió fama nacional y, con sus trabajos posteriores, gran respeto. Publicó artículos en todos los periódicos de la época y en 1901 dirigió la edición para Andalucía de “El Liberal”. 

[3] Se refiere al barrio del Rollo, a la zona de La Charca.

viernes, 24 de junio de 2016

Brexit: un cuento con final conocido (que no feliz)

No soy conocedor de los complejos entresijos de la economía, ni de los hilos invisibles que tejen los estados en materia de seguridad u otros aspectos que se nos escapan a los ciudadanos de a pie. Pero yo intuía –sabía- que triunfaría el Brexit.
Porque la libra es la libra, como la pela es la pela. Y la raza británica, la raza; su raza. Si les interesa algo, allí estarán. Con buenos modales, sin alterarse, situándose por encima del bien y del mal. Luego, cuando deje de interesarles, se irán. Con buenos modales, sin alterarse. A esto le llaman “flema”. En medio da igual que queden desastres ambientales, la semilla de la explotación humana, calamidades sociales… Y siempre, todo ello, revestido de un  halo de endiosamiento.
He dedicado muchas horas a analizar el espíritu británico a través de su presencia en Huelva para explotar las minas de Riotinto. Explotar es la palabra exacta, pero en su acepción más extrema: recursos, personas y lo que haga falta, con tal de conseguir extraer el mineral. Les ciega el brillo del metal. No comparten, ni se comprometen con nada ni nadie. Solo dan si se benefician.
He leído varios libros y estudios de los viajeros británicos. Vienen a estudiarnos. Y se asombran de la pureza de algunas de nuestras costumbres y tradiciones. Pero para ellos es anecdótico. Un simple trabajo científico. Lo contemplan con la curiosidad que yo puedo poner en una hilera de hormigas que discurre en medio del campo para llevar un grano a su hormiguero.
Al margen del error político Cameron ¿ustedes creen que con estas credenciales pueden ser solidarios, entrar con honestidad a compartir recursos con algunos de los calamitosos países europeos?

Y nosotros, que no aprendemos, yendo a Eurovisión cantando en inglés.

domingo, 19 de junio de 2016

A guardar el gabán, que llega san Juan.

El calendario cristiano se asienta sobre fechas en las que antiguas civilizaciones ya practicaban fiestas y rituales. Eran conocedoras de momentos singulares de la Madre Naturaleza, como los solsticios -cuando el sol se queda un instante quieto para cambiar de ciclo, alcanzando su mayor o menor altura aparente en el cielo-, y lo celebraban a su forma. El solsticio de verano es el 21 de junio pero, por extensión, proximidad y la fuerza que el calendario cristiano concedió a la Fiesta de San Juan Apóstol, entre el 21 y el 24 se constatan muchas celebraciones que llevan asociados rituales donde suelen estar presentes elementos naturales como la vegetación, el agua y el fuego.
Es un cambio de ciclo, y hay que celebrarlo. Una fiesta que nos invita a cambiar de ropa, a despojarnos de lo malo –quemarlo-, a purificarnos con agua y a abrirle las puertas al amor.
Y el refranero –alguien me dijo el otro día que los refranes eran “cosa de abuelos”; nada que objetar si ello se asocia a experiencia, cultura tradicional y sabiduría popular, también cosa, por lo general, de abuelos-, se explaya por San Juan. Alude a cosas tan diversas como la meteorología:
Hasta san Juan, no te quites el gabán.
San juanada venida, primavera ida.
San Juan, san juanero, quita frío y pone sombrero.
Ni calor hasta san Juan, ni frío hasta Navidad.
      O a las repercusiones que tiene para la agricultura y el ciclo agrario -el campesino siempre anda mirando al cielo, y temblando-:
San Juan soleado, da gusto; pero lluvioso, es disgusto.
Aguas por san Juan, vinagre a la Navidad.
Agua por san Juan, quita aceite, vino y no da pan.
Sembrarás cuando podrás, pero por san Juan segarás.
Y no pueden faltar referencias a de la naturaleza:
Por san Juan las cigüeñas salen a volar.
El día de san Juan, salen los cigüeñinos a volar.
El pollo de enero, por san Juan va al comedero.
En el mes de san Juan, al sol se cuece el pan.
Ni a los alimentos del momento:
Por san Juan, la sardina moja el pan.
El conejo por san Juan y la perdiz por Navidad.
Por san Juan, brevas comerás.
Si quieres bien a tu galán, no le des coles por san Juan.
Y, de antiguo, donde había fiesta, estaba Cupido:
Bailemos este San Juan que el que viene, sabes Dios quién bailará.
La mañana de san Juan, mozas, vamos a coger rosas.
Noche de san Juan, noche de enramadas, en que los mozos rondan a sus (las) enamoradas.
Por san Juan hizo un año que te quería.
Y mil refrenes más. Tradicionalmente es un día de fiesta en todos los rincones de España.

¿Recuerdan el entrañable tema de Serrat? Fiesta. 


domingo, 12 de junio de 2016

Suspiros con caricias.


Te necesité.


¿No sentiste mis suspiros? ¿No notaste la caricia que atravesando el espacio –mínimo e infinito- que nos separa, voló hasta tí? ¿No se te clavó en el alma…? 

Hoy, esta noche, mañana, volveré a necesitarte. No temas al gélido viento. Soy yo.


MAÑANA POR LA MAÑANA

VA A CORRER UN VIENTO FRÍO,

NO LE ECHES LA CULPA AL VIENTO

QUE SON LOS SUSPIROS MÍOS.


  Valoro mucho mi tiempo y no quiero hacértelo perder a ti. Pero, créeme, merece la pena. Relájate, desconecta todos los sentidos menos el oído. Escucha estos tientos de Carmen Linares.


domingo, 5 de junio de 2016

Segaores

De niño, me gustaba sentarme en la pared del corral de mi casa y verles avanzar devorando el trigal. Llegaban una mañana cualquiera, temprano, con la blanda, y empezaban por la parte baja del cercado. La cuadrilla -manigero al frente- la formaban cuatro o cinco hombres todos ataviados con su peculiar equipo de trabajo: dediles y manijas en las manos, manguitos en los brazos, mandil en el pecho y zahones en las piernas, todo de cuero. Y la hoz, claro. Y sombrero. Pasaban calor. Sudaban. Bebían mucha agua. Ellas, sabedoras del calor del infierno, se lamentaban:


ESTOY SENTADA A LA SOMBRA

Y NO PARO DE SUDAR;

COMO ESTARÁN MIS AMORES,

QUE SE FUERON A SEGAR.


Salvo cuando se sentaban a tomar algo a media mañana, apenas conversaban: el trabajo les podía. No cantaban. La siega no era labor que permitiera respiro: la posición, el trabajo a desarrollar y el calor, no daban tregua.

Iban apilando las mies por cargas. Una carga estaba formada por nueve haces; un haz por seis gavillas; una gavilla por seis u ocho manojos, según fuera de trigo o cebada; y un manojo o llave, era la cantidad que el segador abarcaba en su mano. Al atardecer, el cercado quedaba segado y las cargas alineadas, con orden. Días después, en cangallas que portaban bestias, las llevaban a la era. 

Ya no se siega con hoz, a mano. Casi ni se siembra, ¿cómo se va a segar? El campo se dedica a pasto para alimentar el ganado. Y especialmente a los caballos, para mantenerlos bien y lucirlos en las romerías. Otros tiempos.

A mi recuerdo se asoma la hermosa música de Los segaores, de Jarcha. ¡Qué hermosura!