Día 20. 02/04/20. Jueves.
La música es capaz de despertar recuerdos que permanecen dormidos en un rincón del alma, que diría Alberto Cortés. Buscando para hoy, encontré un par de canciones de esas que te trasladan a otro lugar, a otro tiempo.
Tantas veces las oí -las oímos, las bailamos-, que de ellas no guardo solo un recuerdo puntual, sino un sin fin de momentos que en conjunto conforman una época, un período, un mundo. Ese divino tesoro al que Rubén Darío escribía ¡ya te vas para no volver...! Y se fue. ¡Pero cuánto dejó!
La luz, escasa; el volumen, apropiado; las parejas, escogidas; la música, la adecuada... Los cuerpos, unidos por hilos de seda hasta vaciar el aire, se mecían con placidez, suavemente al acompasado ritmo de la melodía... El mundo en una baldosa, un lugar donde quedarse a vivir... ¿Recuerdas? Corina, de Steppenwolf.
No eran solo una o dos canciones, eran todas aquellas que sonaban cada noche que nos encontrábamos allí. Tropecé con éstas, pero bien pudieron ser Angie (Rolling Stone), Piensa en mí (Módulos), Europa (Santana), Noches de blanco satén (Moody BLues), Con su blanca palidez (Procol Harum), A whinter shade of pale (Joe Cocker), Yesterday (Beatles), Detalles (Roberto Carlos), Los sonidos del silencio (Simón y Garfunkel), o cualquiera de Los Indios Tabajaras. Y, seguro, ¡cómo no! Long as i can see the ligth en la desgarradora voz de Jhon Fogerty, porque ellos, Creedence Clearwater Revival, nunca faltaban.
¿Qué dónde era esto? ¡Ah! se me olvidaba. Algunos y algunas que leéis este diario ya lo sabéis, lo vivisteis; otros, otras, no, aunque seguro habéis recordado momentos similares. Era en La Máquina, el lugar de ensayo de Los Múrtigas. Otro día, quizá te hable de ellos.
A los esperados pésimos datos de paro, hoy continúan los del COVID-19 con la misma tendencia: 110.238 (+8.102) diagnosticados; 10.003 (+950) personas muertas; 26.743 (+4.096) pacientes dados de alta. #QuédateEnCasa.
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