Desde la arena veo el mar. Suaves olas –mansas- juguetean con pequeñas caracolas y atrevidos pies infantiles. Son de inocentes arquitectos que construyen castillos y murallas en la arena o se afanan en vaciar el mar en un hoyo, cubo a cubo.
Este mar que se ofrece plácido y acogedor, tiene muchas caras. Esta candidez contrasta con las temibles tempestades y sus abruptas formas de interior, a mar abierta, en medio del Océano.
Aquellas tres carabelas debieron pasar a no más de doscientos metros de esta dócil orilla. Luego penetrarían en la oscuridad de alta mar. Cuando las veo en Palos -atracadas para mostrar al visitante la gesta de atravesar el Atlántico con esos minúsculos cascarones-, siempre intento imaginar cómo sería aquella primera travesía rumbo a lo desconocido; en qué pensaría cada marinero al pasar de los días y sus noches, viendo solo mar y cielo, navegando entre bravas olas –siempre amenazantes- empeñadas en demorar y ocultar el destino. Una proeza.
Es justo que Huelva festeje y conmemore el tres de agosto, la fecha en la que, del Puerto de Palos de la Frontera, cerca de estas ingenuas olas que ahora me hacen disfrutar, salieron La Pinta, La Niña y la Santamaría.
Conscientemente, hago hincapié en el lugar: el Puerto de Palos. Y lo hago porque hace solo un par de años, el entonces alcalde de Sevilla –Zoido- tuvo la ignorancia -¿¡o fue una desvergüenza consciente!?- de decir que las tres carabelas con las que Colón partió a América, salieron de Sevilla.
Y como Huelva habla por fandangos, hicieron este:
Fotografía de José Manuel Vázquez Delgado |
SALÍ CON TRES CARABELAS
Y OTRO MUNDO DESCUBRÍ
SALÍ CON TRES CARABELAS
QUE SE ENTEREN POR AHÍ:
SALÍ DEL PUERTO DE PALOS
Y NO DEL GUADALQUIVIR.
Y para no perder la costumbre y en homenaje a esta hermosa tierra, Huelva, dejo un vídeo con música. De Huelva, claro.
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