Día 39. 21/04/20. Martes.
Una romería "virtual", esto ha sido el fin de semana. O quizá un desahogo colectivo. Porque la realidad se puede disimilar, camuflar, pero no se puede cambiar. Es como es.
Datos, cifras, noticias, comentarios, opiniones, confinamiento... Con esperanza, todo se soporta, se va llevando. Hasta que te roza, hasta que te llega la triste noticia de una defunción cercana, de alguien conocido y te aproximas a las circunstancias que rodean la situación. Y yo, que soy un simple allegado, al que solo me roza pero me duele, siento impotencia por no poder hacer lo que hubiera hecho en condiciones normales: ir a ver a mi amigo, darle un abrazo, el pésame por su madre, ponerme a su disposición para lo que necesite, acompañarlo en el velatorio, en el recorrido hasta el cementerio, durante el íntimo momento del entierro...
Podría poner datos que rodean y ensombrecen, aún más, el fatídico momento, pero no lo haré. Solo una pregunta: un hijo ¿cómo se sentirá cuando tiene que quedarse en casa, sin poder ir a despedirse de su madre? No encuentro la palabra. Quizá derrotado. Roto.
En algunas ocasiones el enterramiento acoge en el mismo ataúd a dos corazones. O más.
Los datos: 204.178 diagnosticados; 21.282 personas muertas; 82.514 pacientes dados de alta.
#QuédatéEnCasa.
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