No sé que sentiría un padre, una madre, cuando el hijo se iba a Cuba o a Larache a cumplir con los cuatro años "que le debía al rey". Yo, la última vez que la vi fue el 7 de marzo. Han pasado 85 días. Cada uno con sus noches. Una eternidad.
Pasaron días grises, claros, soleados, de diario, festivos, propios de celebraciones, de impotencia, de rabia callada, de silencio, de esperanza... En todos brilló su ausencia. Alguna vez, tras terminar la llamada o vídeollamada, una nube en los ojos.
El jueves, por fin, pude abrazarla. Uno de esos abrazos tiernos y profundo en los que se condensa la vida misma y el mundo entero se estrecha en ese breve espacio y ese mayúsculo instante. Luego, una mirada, una sonrisa y florece la alegría.
Hoy la canción, tiene que tener aire italiano. Escucha, verás que maravilla.
- Lo siento, hija. Sabes que estas cosas, me pueden.
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